Qué guay es Calvin Harris cuando sabe dónde apuntar y da a los gays lo que los gays le piden. Y no, no nos referimos a fotos shirtless ejerciendo de guaperas oficial con su cara de random person gone influencer. Nos referimos a temones house-pop del corte de ‘One Kiss’ o ‘Promises’, que hacen las delicias de cualquier amante del voguing, se postulan como claros playbacks de una eliminación de RuPaul y hace que las pelucas vuelen, pero no de una manera vulgar y chabacana, sino lenta y elegantemente, mientras los oyentes consumen sus bops copa de Chardonnay en mano.
Pero claro, allí, al fondo de la habitación, bien pasados los neones, el confeti y las ganas de vivir, se oculta otro porcentaje de público de Calvin Harris. Ese que le ve en un festival un poco a regañadientes porque ellos pensaban que era “el deivi gueta”. Sabían que no era el “avichi” por razones más que obvias, salvo que Anne Germain estuviera en la mesa de mezclas. Ese público también le pide un single de cuando en cuando, y Calvin tiene el mal gusto que atender a sus peticiones.
Lo ha hecho ahora con su colaboración con Rag’N’Bone Man, que era el Tom Walker de hace un par de temporadas, y el Emeli Sandé de turno que venía con pene. Esta suerte de cantantes que duran 18 meses en el Reino Unido y que ha puesto voz a ‘Giant’, una canción que mezcla el soul con el dance, y acaba pareciendo el ‘Katchi’ de Ofenbach cantada por Lutricia McNeal.
Vuelve al redil, Calvin. El vídeo oficial del tema, por descontado, es tan o más bodrio que la propia canción, y el intérprete de la misma aparece durante apenas un par de escenas en su segunda mitad, sin hacer que canta, que es muy fatigoso, y total, tampoco es que nadie haya venido a ver qué fue de él.