Rosé ha estado en el podcast de Howard Stern y ha ido con ganas de hablar de su libro y no dejar ni que le tosa. De hecho es comiquísimo que, mientras explica la historia del clásico de Cristina y Guillo Rist que ella y Bruno Mars tuvieron el descaro de plagiar meses antes, él intenta apostillar su narración o pasar a otra pregunta y ella se marca un momento Letizia Ortiz de “déjame terminar”. He dicho que vengo aquí a hablar del paté y del paté pienso hablarte, Howard.
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La artista ha aprovechado para ponerle al músico el arranque de la versión original del tema que ella grabó como demo, mucho antes de que Bruno Mars llegara a la canción. Cuenta, de hecho, que empezó un poco como broma interna, cuando le estaba explicando a sus colaboradores que el canturreo que forma el principal hook de la canción es un juego de beber en Corea. Como el de intentar colar pelotitas de ping pong en vasos pequeños o el bingo de las frases que sabes que van a decir en Drag Race.
Y si comenzó todo como una broma, ¿cómo demonios acabó la canción en manos de Bruno? Pues porque el sello, que Rosé comparte con él, le pidió a la artista que enviara algunos temas que fueran factibles de ser compartidas. “Todos me decían que no le enviara esa, que no le iba a gustar nada, que era demasiado en broma”, cuenta la artista que comparte nombre fonético con la concursante de Popstars: Todo Por Un Sueño.
Resultó que Bruno entendió perfectamente el tono de la canción, hizo arreglos que sonaban más rock y la dejó en bandeja para que Guillo Rist y Cristina la hicieran después suya y conquistara los oídos del público de Amazon Music, mientras Rosé y Bruno Mars tenían la poca decencia de competir con ellos arrasando en Spotify y Apple Music. Vaya par de desvergonzados.