¿Recordáis cuando a Mónica Naranjo, en una de esas veces que grabó otra vez el mismo disco de 2008, le dio por montar una what-she-call ópera-rock barroquísima acompañada de una obra literaria repleta de fallos ortográficos y gramaticales? Bueno, pues welcome back Lubna, porque Rosalía se ha puesto rococó de cara a su comeback, Berghain.
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Rosalía ha ido teaseando a través de pentagramas el espíritu de su retorno, con lo que la aparición de música clásica en su nuevo single era algo previsible. Menos lo era ese arranque el lírico que ha provocado lágrimas púbicas a Thalía Garrido, que ha hecho que Montserrat Caballé le dé un codazo en el más allá a Freddie Mercury diciéndole “¿ho veus, que ella també és catalana?”.
De ahí pasamos a un momento en el que Rosalía plancha. No es para menos, porque si algo tiene Berghain, desde luego, es plancha. Ahora es más pop, ahora sale Björk con los cánticos de ballena, ahora llegan las distorsiones que hacen todo esto parecer un proyecto de Belén Aguilera si estuviera montada en el dólar.
Y mientras tanto, Rosalía sueña que es Blancanieves y que al ciervo le dan cataratas, Rosalía es Nicole Kidman en Los Otros, Rosalía busca todo el rato cómo empeñar la bisutería del Bijou Brigitte que le regaló Anne Igartiburu en un cruce tonto en el Museo Chicote.
Desde luego nadie le va a quitar a esto que ambicioso sea todo y más, complejo y multicapa otra tanto… pero si mañana sale disparado al #1 de streaming de este país iré personalmente, casa por casa, preguntándoos de qué guindo os habéis caído yendo de tan modernas. Como diría Mónica Naranjo en ese Lubna que citaba, no habéis escuchado nada así… Jamás.
Será tu rollo si: no tomas medicación para tu desorden bipolar; eres la monja aquella que salía todo el rato en televisión siendo, siempre, la más simpática; tienes una pelotita para relajar el estrés y la llevas siempre en el bolso.
