Es una etapa extraña para Taylor Swift esta de ‘Reputation’. La artista viene de cosechar las mejores críticas y números con su álbum de 2014, ‘1989’, pero por algún motivo, se siente absolutamente atacada por los medios y de ahí el título de su álbum, que alude a su imagen pública, esa que tanto está resguardando sin haber concedido aún una sola entrevista para promocionar su trabajo.
Taylor Swift habla de que tiene peor reputación que nunca, pero tampoco ha dado ninguna facilidad para evitarlo: su estrategia de marketing ha quedado sobrexpuesta, y la gente ya ha asimilado un personaje al que le quedaba tan poca cuerda que ha tenido que abrazar el lado oscuro e ir de siniestra y guerrera, aunque en el álbum que la coloca como rebelde frente a una masa enfurecida, las cosas están tan pensadas como en su día a día.
Demasiadas vueltas de tuerca, por tanto, en ‘Reputation’, como las da generalmente para evitar hablar en los medios de todo aquello que no quiere tratar: conflictos, situaciones político sociales o relaciones personales. “No me gusta el drama, pero a él le gusto yo”, llega a cantar Swift a lo largo del trabajo.
Antes de seguir analizando lo que contiene su nueva era, quedémonos con nuestras tres canciones favoritas de ‘Reputation’.
I Did Something Bad
El papel de femme fatale de ‘Reputation’ se deja caer con bastante acierto en ‘I Did Something Bad’, uno de los cortes más oscuros y sugerentes del trabajo, que narra la relación de la cantante con aquellos que sacan provecho de ella, y como ella devuelve el tiro con la misma estrategia. “Nunca confié en los playboys, pero me adoran, así que los paseo por el mundo y les dejó creer que me han salvado”, dice la cantante. Una canción sobre el control y el empoderamiento femenino en la que, para variar, Swift aprovecha para tirar su particular dardo al mundo: “están de quema de brujas, incluso si no eres una”, dice en el final de la canción.
‘I Did Something Bad’, es, sin duda, una de las canciones que mejor aprovechan el salto a la musicalidad siniestra de Swift, que tanto tiene que agradecer al ‘Blackout’ de Britney Spears, por ejemplo. De hecho, ya podía el resto del álbum haber tomado nota.
Delicate
Porque de hecho, como se evidencia en temas como ‘Delicate”, cuando mejor funciona Swift es cuando vuelve a dejarse llevar por la mentalidad pop de Max Martin y Shellback. Sin artificios urban, sin tratar de sacar partido a un estilo hip hop que no hace sino ponerle la zancadilla a lo largo del disco, Swift centra sus esfuerzos en dar forma a un tema post ‘Purpose’, elegante, con un punto bailable pero ambiental, y tan delicado como su propio título indica. Nuevamente, la cantante habla de su imagen pública en las estrofas: “Mi reputación nunca ha sido pero, así que te debo gustar por lo que soy”.
Getaway Car
Y la otra clara imagen de que posiblemente la composición de Swift tocó techo en ‘1989’ es que otros de los mejores tema del álbum, ‘Getaway Car’, es tremendamente continuista, y al tiempo, un soplo de aire fresco entre un montón de temas de producción tan industrial, excesiva, y caótica. ‘Getaway Car’ sabe ya a Swift clásica, aunque sólo la conociéramos en este papel durante un par de años; la melodía de la canción es marca de la casa, acaricia el oído y se deja acompañar de una producción de tintes ochenteros, de un punto romántico que la cantante maneja, con mucha probabilidad, mejor que nadie en el mundo pop.
Y es que, sin disfraces, Taylor Swift sigue sonando estupendamente. Cuando es ella, toda su maquinaria sigue girando: la sexy ‘Dress’ tiene un appeal indudable, la sencillez de ‘Call It What You Want’ brilla mucho más en el disco que en solitario, e incluso canciones como ‘Gorgeous’ hubieran tenido su aquel de no haber sido porque el público ya conoce ‘Blank Space’, indudablemente mejor siguiendo el mismo esquema.
Sin disfraces, como decimos, Swift suena bien. De hecho, el par de temas finales del álbum hacen que casi olvidemos todo lo que hemos tenido que pasar para llegar a la dulzura al piano de ‘New Year’s Day’, casi como un regalo por haber aguantado el trance anterior. Y es que sí, entre varias canciones inspiradas, hay mucha Taylor disfrazada. Hay mucho ímpetu por sonar urban, que es un tiro que le sale a la cantante por la culata.
Y podía haberse disparado una única vez, en, por ejemplo, la algo enrevesada ‘…Ready For It?’ que va ganando con las escuchas, aunque falle en hacer entender su estructura como algo innovador. Pero no, Swift llegaba a ‘Reputation’ con el arma cargada, y la metralla terminó salpicando a la vacía ‘Look What You Made Me Do’, un victimista amago de rebelión; a la tremendamente ruidosa ‘This Is Why We Can’t Have Nice Things’, que pierde su entretenida melodía en una insufrible sobreproducción; a ‘King Of My Heart’, que desluce la voz de Swift con innecesarias distorsiones y una producción trap espantosa; o a ‘End Game’, una colaboración con Ed Sheeran y Future a la que le faltan un par de vueltas en la sartén para haber salido emplatada.
Swift ha ametrallado el proyecto, llega con un traje nuevo, pero repleto de agujeros, que hace que sus buenas ideas terminen haciendo aguas; y parece que pagará, en alguna medida, el haber forzado tantísima necesidad de contexto alrededor del álbum para entender algo de lo que pasa por su cabeza. ‘Reputation’ es un álbum de Taylor Swift sobre la situación que ella vende de sí misma, y el público, fuera de Estados Unidos, parece estar teniendo dificultades para digerir tanta sombra y tetricismo: de sus 2,2 millones vendido hasta la fecha, 1,7 han salido del país que tan bien la conoce.
El resto, cada vez tenemos menos idea de a quién estamos escuchando y por qué.