Todos sabemos que Katy Perry es la nueva imagen del demonio en la tierra, y que todo lo que hace, lo hace terriblemente mal: lo mismo roba bailarines, que es tremendamente racista y lideresa del millennial KKK, que se ríe de todas las enfermedades mentales habidas y por haber, que viola en directo a un muchacho delante de las cámaras de ‘American Idol’. Y por si esto no fuera suficiente, esta semana asesinado a una monja a sangre fría. Sí, sí, como lo escucháis, una historia totalmente verídica. Resumen:
- Hay unas monjas que dicen tener una casa en propiedad.
- Sor Inmobiliaria, Sor Arrendadora, etc.
- Katy Perry dice que la casa de las monjas es suya.
- Las monjas dicen que de eso nanai, y empieza una batalla judicial por la casa.
- En medio de la batalla, una monja de 89 años, fallece.
Bueno, no es que falleciera por tener 89 años y sufrir un paro cardiaco, como se está diciendo. Eso son las publicaciones pro-satánicas que niegan la evidencia: que Katy Perry degolló a la monja en pleno juicio con los CD singles de ‘Rise’ que le quedaron sin vender –as in todos y cada uno de ellos-. La monja, desorientada, murió en los brazos de Taylor Swift, que, posteriormente, la llevó a los cielos, le dio su bendición y le puso cara de sorpresa, porque es Taylor Swift y eso es lo que hace.
¿Y qué es lo que ahora ha hecho Katy Perry, con la monja recién fallecida? Pues ponerse a seguir al Papa en Twitter. Sí, sí, ha fijado su perversa mirada en el Papa Francisco, latino, con el calor de una copa de vino, y seguro que planea alguna maldad. Alguna de esas maldades suyas, como hace pasar por latina para robarle su cultura nativa, o intentar besarlo en medio de la Capilla Sixtina sin permiso.
O bueno, Dios sabe, quizá planee que le de también un fallo cardiopulmonar a él.