¿Recordáis aquel tema de 2007 de Dani Mata que se titulaba ‘Lamento Boliviano’? Bueno pues parece ser el leit motiv de alguien que también es ‘latina enough’: Demi Lovato. A quien vamos a empezar a llamar por su nombre de pilar, Paquita Lamentos, porque cada vez que concede una entrevista es para lucir como American Terelu Campos y dar un titular en el que está siempre peor que tú. Paquita siempre peor. ¿Que alguien ha muerto por malaria? Ella contra cinco enfermedades tropicales. ¿Que alguien se declara en bancarrota? A ella la estafa una discográfica y que en ruina. ¿Que se incendia tu casa? Ella se autodiagnostica piromanía. Ella siempre peor y más lamentosa.
También es verdad que siempre tiene entre manos algún proyecto que le permite sacar su lado más Campos. Ahora es un documental para Hulu llamado ‘Child Star‘ donde varias estrellas infantiles de hace años recuerdan como fue su ascenso a la fama. Espantoso, horrible, una experiencia traumática. Como buen documental de Paquita Lamentos, que no documenta un momento alegre ni aunque le tocase la lotería. Si hace falta finge el robo de los boletos para hacer un documental trágico.
Total, que por enésima vez ha analizado lo malísimamente mal que lo ha pasado siempre. Su mala relación histórica con todo y el mal trago que le supone la vida que lleva cuando la analiza cada quince días para una cadena de televisión. Primero habla de cómo perdió su pasión por la música:
“Cuando cambió para mí fue cuando me senté con mi anterior management, cuando tenía 15 años, y me preguntaron si tenía alguna canción. Les puse las cinco canciones de las que más orgullosa me snetía y no reaccionaron como esperaba. Me dijeron “estan bien, vamos a meterte en el estudio con este y aquel otro artista y compositor”. Y eso debilitó la relación que yo tenía con la música. Obviamente dañó mi ego, mi confianza. Y nunca volví a la música de la misma forma.”
Pero ahí sigue la tía. Que no se busca otro trabajo ni a tiros. Ella sobrevive a quinientos dramas, pero que no le quiten el foco. Ella tiene una mala relación personal con los medios, la música, el cine, los sofás de su casa, las paredes, los Pokémon, pero no la pongas a trabajar en una empresa de 8 de la mañana a 5 de la tarde, porque si no, ¿cómo iba a ir a la premiere del último bodrio de Glen Powell y contarnos lo mal que está?
Paquita Lamentos también habla de lo descontenta que pasó la adolescencia en pleno auge de fama:
“Hubo una vez, en mi bus de la gira, que miré fuera y vi a los fans siguiéndome y gritando… estaban súper nerviosos con el que el bus apareciera por allí. Y yo estaba llorando, que no podía parar, pensando “¿por qué estoy viviendo mi sueño y haciendo lo que me gusta pero estoy tan triste?” Siempre me sentía mal sobre mí misma. Sabía que estando en Disney Channel, había miles de personas que se cambiarían por mí en un abrir y cerrar de ojos. Pero realmente estaba sufriendo como adolescente.”
Ya, muy bien, cariño. Lo que pasa es que llevamos con este rollo desde 2009. Una cosa es exponerlo y explicar la experiencia y otra hacer una vida de ella. Porque imagina la de adolescentes con problemas alucinantes en sus casas que tendrán bastantes más tragedias que sobrellevar que lo mal que alguien se siente sujetando una varita al decir “soy Demi y estás viendo Disney Channel”. Que no es por minimizar su experiencia, pero es que la ha contado mil setencientas veces.
A estas alturas de la carrera de Paquita Lamentos, lo que le queda por contar es qué demonios le compensa de todo esto. Porque eso sí que ya lo desconocemos y sería interesante de saber. Qué la mantiene ahí que no se busca otro tipo de vida. Ella que, con los recursos que tiene, podría arrancarla en cualquier instante. Como han hecho muchas antes de ella.