Lo que conocíamos popularmente como el ‘Sonido Cadena Dial’ lleva unos años en crisis. Básicamente desde que el streaming le fue ganando peso al consumo de música tradicional y las ventas físicas han perdido la batalla contra las unidades de lista que suman las escuchas. Los artistas de perfil dialero clásico se han ido haciendo mayores -con la habitual pérdida de público que ello conlleva- y el sonido melódico que reinaba en España desde hacía ya décadas ha perdido todo su fuelle.

De ahí que perfiles como Antonio Orozco, Vanesa Martín, Melendi, Malú y ese eterno listado de etcéteras que controlaban el prime de la industria española se hayan puesto a meter bases de bachatita, reguetón o colaboaciones imposibles en las que, en el fondo, siguen siendo las canciones de siempre. Otros, como Manuel Carrasco, han buscado con más tino recuperar su perfil faux-hippielongui. Casi mejor, porque todo lo demás no hace sino evidenciar la crisis de un sonido facilón que se creía intocable.


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Pablo Alborán lleva unos años en la búsqueda de salir de ese mismo bache. Ya su álbum anterior daba algún volantazo de estos que acabo de explicar, ya su sonido ya tendido al pop con habitualidad sin llegar a lucir tan perdido como el de muchos compañeros. También porque Alborán sigue teniendo una percepción de artista que no luce demodé para el gran público. Aunque su status multiplatino volara tras Prometo y el Covid19. En cualquier caso, recordemos que no es la primera vez que intenta escapar de sí mismo: antes de publicar Terral, su tercer disco, le decía a María Teresa Campos que pretendía “probar con sonidos más rock”. Nunca ocurrió.

Clickbait es a Pablo Alborán lo que No Es Lo Mismo era a Alejandro Sanz. Un momento spoken word, unos ritmos más hip-pop que revisten un tema clásico de fondo, desmenuzado para la ocasión… solo que en el caso de Sanz en 2003, la poesía radio-friendly era mucho más interesante que este ejercicio de acoso en redes y speech anti-hater que a Alborán le hubiera quedado mejor ajustado hace una década que ahora.

Como canción puede tener su puntito, Alborán ha intentado dotarla de aesthetic en su vídeo -y en una presentación en El Hormiguero que hubiera funcionado mejor de no replicar literalmente el clip– pero esencialmente le pasa que no hay público de Pablo Alborán que esté ya para estas vainas. El fraseo AleHopesco hubiera calado mejor en una base más mediterránea y cercana. Tiene tiempo hasta el disco, que ha anunciado para finales de año, pero algo me dice que quién se encargue del marketing le pedirá un buen baladón a tiempo de llegar bien al mercado navideño.


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Será tu rollo si: llevas doble calcetín cuando hace muchísimo frío; miras a menudo la caja que tienes con recuerdos de tu adolescencia; tomás el café descafeinado.

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