Adele ha estrenado el vídeo del segundo single de su nuevo álbum, ’30’, que ha vendido ya más de 3,5 millones a nivel mundial. Unas cifras de nuevo en manos de muy muy pocos, y de absolutamente nadie, desde luego, en los tiempos que maneja ella: el trabajo, a pesar de la caída de ventas generalizada del mercado, ha movido esos datos en apenas mes y medio. Y después del éxito indiscutible de ‘Easy On Me’, que esperábamos menos estable pero ha confirmado que la canción será un clásico más en su catálogo, se ha publicado la más uptempo ‘Oh My God’.
♫ podéis escuchar este y otro puñado de hits en nuestro playlist de spotify ♫
Y eso que el plan inicial era elegir ‘I Drink Wine’ como el segundo track promocional del trabajo. Una decisión que nunca llegamos a comprender, porque si bien es una canción estupenda como album-track, no le vemos tanto tirón como single. En cambio, ‘Oh My God’ se posicionó como una gran fan-favorite desde el primer minuto, alcanzando el #2 de UK y el #5 de Billboard con el lanzamiento de ’30’, sin haber sido aún escogida para promocionarlo. De modo que el sello ha tirado por lo seguro y busca garantizar la longevidad del disco con algo que ya ha probado su eficacia de forma prácticamente orgánica: ‘Oh My God’ suma ya más de 115 millones en Spotify, más del doble que ‘Wine’.
Y ha llegado el vídeo para reforzar su momentum. Pero la verdad es que lo refuerza más bien poco, dejando aún a la canción cargar con todo el peso del proyecto. Es un clip bonito, con un falso plano continuo que mezcla danza, punto teatral y muy buena fotografía, pero… Adele, hija, ponle color a este asunto. Es que si no vamos a tener en color ni el vídeo de un tema uptempo, uno tiene ya el miedo de que su carrera tenga más monocromo que la de Charles Chaplin. Y es todo muy bonito y muy cuco, pero es que esto hubiera ganado muchísimo con un buen colorido. El divorcio era con Simon, no con la gama de Pantone. Con esto último podría al menos tener un rollete. Porque hasta ahora, lo de Adele con el color ha sido como de amigos que viven a 5.000 kilómetros y se ven una vez por década.
Una buena mezcla de colores, con todas las escenas que van teniendo lugar en el clip hubieran aportado más vida a ‘Oh My God’. La hubieran levantado más aún, que al final es el objetivo de publicar videoclips. Y teníamos tiempo para el blanco y negro con cualquier otro single del trabajo. Pero este merecía otra historia. O la misma, en realidad, pero con más matices.