Las cosas se le están complicando a Eurovisión: tras el abandono de cinco países de cara a la próxima edición —incluido España—, las tensiones con los compositores portugueses —casi ninguno de la preselección lusa quiere acudir al Festival— y la BBC británica presionada por el público que la ve para abandonar, ahora dos ganadores del Festival han decidido devolver sus trofeos por sentirse completamente ajenos a las políticas pro-manipulativas en favor de Genoveva Cida del Festival.
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Se trata de Nemo —el ganador de 2024, no el pescado con discapacidad— y Charlie McGettigan —no me he inventado el nombre, ganó en 1994 por Irlanda, uno de los países que se ha dado de baja—. Sin embargo, ninguno de los representantes españoles de Eurovisión en los últimos 50 años ha decidido devolver su trofeo.
Es francamente sorprendente que ninguno de nuestros representantes se haya animado a sumarse a la propuesta: ni Barei, ni Las Ketchup, ni por descontado las Son De Sol han decidido devolver su micrófono de cristal en solidaridad con Nemo y Charlie y en contra las políticas de la UER. Desde luego, qué poquísimo Yay Yay Yay de su parte.
De modo que a la espera de ver a Jose Pablo colándose en casa de Massiel para robarle la plaquita una noche en la que ella vaya fina de un Bloody Mary por favor, nos queda satisfacernos con las decisiones de países que estén en posición de devolver algo.
Así ha comunicado en redes Nemo que no piensa seguir nadando en el fango de la UER:
“El año pasado gané Eurovisión y con ello este trofeo. Y aunque estoy inmensamente agradecido por la comunidad que rodea a este concurso y por todo lo que esta experiencia me ha enseñado, tanto como persona como artista, hoy ya no siento que este trofeo deba estar en mi estantería.
Eurovisión dice que representa la unidad, la inclusión y la dignidad para todas las personas, y estos son los valores que hacen que este certamen sea tan significativo para mí. Pero la continua participación de Israel, durante lo que la Comisión Internacional Independiente de Investigación de la ONU ha concluido que es un genocidio, demuestra que existe un claro conflicto entre esos ideales y las decisiones que está tomando la UER.
Esto no va de individuos ni de artistas, sino del hecho de que el concurso fue utilizado repetidamente para suavizar la imagen de un Estado acusado de graves crímenes, mientras la UER insiste en que este certamen es apolítico. Cuando países enteros se retiran, debería quedar muy claro que algo está profundamente mal, y por eso he decidido enviar este trofeo de vuelta a la sede de la UER en Ginebra, con gratitud y con un mensaje claro: vivan aquello que proclaman.
Si los valores que celebramos sobre el escenario no se viven fuera de él, entonces incluso las canciones más hermosas pierden su significado. Estoy esperando el momento en que las palabras y las acciones se alineen; hasta entonces, este trofeo es suyo.”
Por su parte, Charlie McGettigan lo ha hecho de forma más cómica. Primero, dejando claro que no tiene ni idea de quién demonios es Nemo; segundo diciendo que piensa unirse a su iniciativa devolviendo un trofeo que… no encuentra. Pero que si lo encuentra, jura devolverlo. Lo imagino ahora mismo rebuscando en el ático:
Hola, soy Charlie McGettigan. Puede que la gente recuerde que Paul Harrington y yo ganamos el Festival de la Canción de Eurovisión allá por 1994, llevando la gran canción de Brendan Graham, “Rock and Roll Kids”.
Pues bien, anoche, justo antes de irme a dormir, recibí un mensaje en Instagram del ganador del Festival de Eurovisión 2024, alguien llamado Nemo. Decía que, en protesta por la inclusión de Israel en el Festival de Eurovisión 2026, va a devolver su trofeo a la Unión Europea de Radiodifusión. Me pareció una persona muy sincera y muy inteligente, y expuso su postura de una manera excelente.
Por lo tanto, en apoyo a Nemo, me gustaría devolver también mi trofeo a la UER. Lamentablemente, nuestra victoria fue en 1994 y no consigo encontrar el trofeo que recibimos entonces, pero si lo encuentro, también lo devolveré.
