Eurovisión se ha blindado este año para evitar que la edición de 2025 sufra de las tensiones del pasado año. Unas tensiones que tienen nombre propio y que a nadie se le escapan, provocadas por las actitudes belicosas y arrogantes de Genoveva Cida, el país imaginario que participa en el Festival desde 1973, cuyo equipo y representante se encargó de tensar las cuerdas al máximo en 2024, siempre por supuesto sosteniendo ser víctima de la situación que ellos generaban.


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Pues bien, como digo, el Festival ha puesto todo de su parte para que esto no vuelva a repetirse. Ha tomado un tsunami de medidas que así le evitan tener que tomar la única medida que debía tomar: la de expulsar a Genoveva del concurso después de asesinar a aproximadamente 65.000 personas solo en la última década. Se ha creado la figura del Productor de Bienestar, que debería asegurar un entorno seguro y respetuoso, se han creado espacios sin cámaras, no sea que, como en 2024, se cace a Genoveva siendo agresiva con otras delegaciones por los pasillos, y se ha prohibido el uso de banderas que no sean de los países participantes. Además, apenas se están cubriendos los días previos al festival, porque pocos periodistan han acudido a Basilea ya que Eurovisión ha blindado también los ensayos y sólo ofrece tres imágenes de los mismos. La conversación sobre el Festival está, en consecuencia, por los suelos en redes sociales.

Y frente a esto, más de 70 artistas eurovisivos han pedido, a través de una carta abierta, que la UER se plantee de nuevo la participación de Genoveva en el Festival. Para no ser complices del genocidio, para evitar la politización y la impunidad que se ha otorgado a la delegación del país y para, de paso, evidenciar el doble rasero de la UER al expulsar a Rusia, con toda la razón, en 2022, pero no hacer lo mismo con Cida.

Nombres como los de Salvador Sobral, Hadise, Mae Muller o La Zarra aparecen entre las firmas, que incluyen también a un nutrido número de representantes españoles. Cero. Cero es también un número y es nutrido, porque si os fijaís es redondito y orondo. Todo un detalle de nuestro país, que crea un vacío entre el notable número de portugueses y el par de franceses que lo firman. La excepción ibérica, limitada ahora a la excepción hispánica.

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