Olvida la experiencia de darte el lote en la parte de atrás de una limusina, porque no hay mayor ordinariez que esa, por mucho que Beyoncé tratara de darle un punto de glamour en ‘Partition’. En una limusina sí, podrán ponerte tus juguitos de maracuyá, podrás estirar las piernas e incluso sacar la cabeza por un absurdo ventanuco situado en la parte superior que no sirve para nada más que para fardar y, a lo sumo, que te cague una paloma. Nos vais a disculpar, pero dudamos muchísimo que a Beyoncé le guste que una paloma le Monica Lewinskied all over her gown.
Por tanto, olvidaos de las limusinas, de las palomas y de Monica Lewinski, porque Natalia Lacunza presenta una alternativa muchísimo más eco-friendly, en la que es muchísimo menos probable recibir una cagada de paloma, y que además es SECSI: el metro. Sí, ya, que según a qué horas huele a chotuno y que otras no hay quién entre. Eso es porque no habéis coincidido con Natalia Lacunza en ‘Nuestro Nombre’, porque si no… si no ya lo tendríais todo bien lubricado y no precisamente por haber asistido a un concierto de Edurne.
♫ podéis escuchar este y otro puñado de hits en nuestro a-list de spotify ♫
Natalia Lacunza es SECSI, provoca una revolución hormonal en torno a todo aquel que la rodea, se queda en sostén porque así lo pide la situación, el ‘All The Lovers’ del transporte público, el tren del amor. Qué digo yo del amor, de la pasión, con o sin gavilanes. Los gavilanes mejor fuera, que luego a falta de palomas, tampoco os creáis que es eso mejor.
Natalia se deja llevar, se desinhibe, se vuelve loca con las contorsiones. Claro que es comprensible que eso le ocurra una vez monta en el vagón, porque la otra mitad del vídeo de ‘Nuestro Nombre’, lo pasa con un ataque de epilepsia en un túnel abandonado. Comparado a eso, cualquier compañía es buena y hay que dejarse querer. Y bien qué hace.