Un nuevo año de Melodifestivalen, la preselección sueca para el festival de Eurovisión. Resumen rápido: durante cada gala una canción tiene pase directo a la final como la más votada, una segunda gracias al voto por puntos durante la gala y una tercera pasa a la repesca, que tendrá lugar en la última semifinal. El resto de canciones de cada semifinal quedarán eliminadas.
Así fue la semi de esta semana:
Resultados de la gala

Directos a la final
El pase directo de la primera gala se lo llevó John Lundvik, que ya estuvo en Eurovisión 2019 y que este año, en vez de apostar por el pop-soul un poco en clave de cuando Blue molaban, ha tirado por una épica pop de cuando Disney hacía bandas sonoras molonas. Su directo perfecto y un único elemento en el escenario: una bola gigante, han sido clave. Porque ha jugado súper bien con las luces, con el dirigirse a cámara y con el espacio. No hay como volver al MelFest sabiendo cómo se juega en el MelFest.
De cara a la segunda ronda, cuando ya les tocó dar puntos, optaron por el pop-rock de Maja Ivarsson, que se presentó en el escenario con un buen chute de nostalgia ochentera un tanto Cindy Lauper, si la hubiera producido la cantante de Aqua. Es claramente la semana en la que divas eurovisivas cogen un micrófono de cable y le dan vueltas como un molino: en apenas unos días lo hemos tenido en Benidorm con Ruth -ya sin apellido- y ahora en Suecia con Maja, que sí tiene apellido y también un pase directo a la final.
Segunda oportunidad: pase a la 5ª semifinal
Momento étnico, momento Jai Ho, momento intercultural para la preselección sueca, que este año solo pasa una canción a la quinta semifinal y no dos, como venía siendo costumbre. Meira Omar se ha ganado la plaza de la repesca y no es de extrañar, porque solo con el jaleo de cámaras que le han montado en el primer minuto -muy preselección espaloña-, ya le debían el favor de reaparecer en escena.
La canción no es gran cosa, pero siempre tiene el appeal de la señora que sabe muy bien como vender su mejor Isla De Las Tentaciones, su mejor danza de los siete velos y su mejor Shakira en Fitur. Efectista, cuanto menos.
Descalificadas
Una cosa muy de los suecos es incluir siempre una canción que parezca pensada para poner música a la selección nacional de fútbol. Este año les ha tocado a Albin Johnsén y Pa. Que claro, imagina lo complicado que tener Pa como nombre artístico. ¿Cómo demonios te buscan en Google llamándote Pa? La pareja quedó descalificada con el nuevo sistema de votación y su propuesta de entusiasmo heteronormativo no tuvo la apreciación merecida. ¿Era esto es un temón del quince? Pues tampoco, pero es cierto que ponía un momento cervecero a la gala que tampoco hay que despreciar.
Tampoco pasó el medio tiempo Coldplayero de Adrian Macéus, que no pudo abrirse camino con su staging minimalista, su mirada de gatito triste a cámara y estallido de confeti en clave de himno de estadio. Ni él, ni Linnea Henriksson tuvieron pase, esta última inspirándone en la escenografía de la película Sweet Charity de los años 60. Fue un poco confuso, porque arrancó como si fuera la sintonía de Informe Semanal, para después pasar a un número retro con el componente hortera de un reveal feísimo a un vestido largo. Y arrugado, sobre todo arrugado. Poco pudo hacerse con una canción que pedía el mismo amor por la nostalgia que su puesta en escena, que se la acabó comiendo, sin ser de por si gran cosa.