Megan Thee Stallion ha publicado un nuevo single, ‘Cry Baby’, junto a DaBaby. La canción no es de sus mejores esfuerzos, pero tiene una base pegajosa y un buen duelo entre ambos raperos a pesar de todo. Tampoco es un cuadro. Pero llega el vídeo, y la canción salta completamente por la ventana: el vídeo no sólo es un cuadro, sino que no le hace ningún favor a la artista.
Porque en ‘Cry Baby’, Megan exprime todos los clichés de rapera post-Nicki Minaj que puedan existir. Las pelucas imposibles, el látex hasta para ir a por el pan, las coreografías chonis que empiezan a parecer las mismas en cada vídeo, los decorados over the top con millones de estímulos visuales… un auténtico cuadro por el que Tita Thyssen podría empezar a pujar en breve.
Y no es que Nicki Minaj inventara la rueda, obviamente: su personaje ya era una vuelta de tuerca, más histriónica, a lo que años atrás había propuesto Lil Kim. Pero con Megan tenemos un problema añadido. La vuelta de tuerca a Nicki ya la dio Cardi B. Y salió bien parada, porque utilizando un imaginario y unos trucos similares, el personajazo que es ella ya le sumaba. La diferenciaba suficientemente de su antecesora, con la que terminaría a zapatazos en una fiesta.
Pero Megan no consigue separarse de la original, termina pareciendo una vaguísima repetición. Y es una verdadera pena, porque donde Cardi B tiene una personalidad loquísima en la que apoyarse, Megan tiene un talento inmenso para rapear. Frasea con un gusto estupendo y es de las mejores raperas que hemos visto nacer en los últimos años. Motivo extra por el que merece encontrar algo que no sea esta impresión en fotocopia que llevamos viendo desde el vídeo de ‘WAP’. Un vídeo, el de ‘Cry Baby’, que no deja de ser el mismo que el de Cardi pero cambiando la mansión por la tienda de jueguetes, a lo ‘It’s Gonna Be Me’ de Nsync.
Resumen: que teniendo mucho más que ofrecer y distancia a la que colocarse –como ya hemos visto en otras ocasiones– lo que debería probar Megan Thee Stallion es a crear su propia marca y llevarse el mercado por la otra vía. Una que esté a la altura de su talento como intérprete.