El hermano de Madonna, Christopher Ciccone, ha fallecido a los 63 años, según parece un cáncer de próstata. La cantante tuvo sus más y sus menos con él -en los últimos años no parecían tener demasiada relación-, pero en sus primeros años de carrera trabajo mano a mano con ella en la dirección artística de algunas de sus giras, incluyendo la que es posiblemente la más importante de todas ellas, el ‘Blond Ambition Tour’ de 1990. Una gira es el paradigma de la mayor parte de shows pop que conocemos en la actualidad.

Madonna ha tardado un par de días en compartir un mensaje de despedida en redes para él, pero cuando ha podido, lo ha hecho con un texto precioso en el que recuerda su unión, no solo como hermanos sino también como artistas, y asegura que retomaron su relación cuando se supo de su enfermedad.

“Mi hermano Christopher se ha ido.

Fue el ser humano más cercano a mí durante mucho tiempo. Es difícil explicar nuestro vínculo, pero surgió del entendimiento de que éramos diferentes y de que la sociedad nos lo iba a poner difícil por no seguir el statu quo. Nos cogimos de la mano y bailamos durante la locura de nuestra infancia. De hecho, la danza era una especie de superglue que nos mantenía unidos. Descubrir la danza en nuestra pequeña ciudad del Medio Oeste me salvó, y luego llegó mi hermano, y también le salvó a él. Mi profesor de ballet, que también se llamaba Christopher, creó un espacio seguro para que mi hermano fuera gay.
Una palabra que no se pronunciaba, ni siquiera se susurraba, donde vivíamos.

Cuando por fin tuve el valor de ir a Nueva York para convertirme en bailarina, mi hermano me siguió. Y de nuevo nos cogimos de la mano y bailamos por la loca Nueva York. Devorábamos arte, música y cine como animales hambrientos, estábamos en el epicentro de la explosión de todas estas cosas. Bailamos durante la locura de la epidemia del SIDA.

Fuimos a funerales y lloramos y seguimos bailando. Bailamos juntos en el escenario al principio de mi carrera y, con el tiempo, él se convirtió en el Director Creativo de muchas giras. En cuanto al buen gusto, mi hermano era el Papa, y había que besar el anillo para obtener su bendición. Desafiamos a la Iglesia Católica Romana, a la policía, a la mayoría moral y a todas las figuras de autoridad que se interponían en el camino de la libertad artística.

Mi hermano estaba a mi lado. Era pintor, poeta y visionario. Yo le admiraba. Tenía un gusto impecable. Y una lengua afilada, que a veces usaba contra mí, pero yo siempre le perdonaba. Subimos juntos a lo más alto y tropezamos en lo más bajo. De algún modo, siempre nos volvíamos a encontrar, nos cogíamos de la mano y seguíamos bailando.

Los últimos años no han sido fáciles No hablamos durante algún tiempo pero cuando mi hermano enfermó encontramos el camino de vuelta el uno al otro. Hice todo lo que pude para mantenerlo vivo el mayor tiempo posible. Sufrió mucho al final. Una vez más, nos tomamos de las manos, cerramos los ojos y bailamos juntos.

Me alegro de que ya no sufra. Nunca habrá nadie como él. Sé que está bailando en alguna parte.”

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