Los Premios Grammy han escuchado las quejas de múltiples artistas de este año que pasaban de enviar sus candidaturas a la academia, o las enviaban desde sus sellos pero luego pasaban de personarse en una gala que terminó como se veía venir: con la contundente victoria de Adele, el no-evento que fue la victoria de ’25’ como Álbum Del Año, y todo bien blanquito y conservador. Cómo sería aquella noche para que la academia tuviera que escudarse en la victoria de Chance The Rapper en la categoría de Mejor Nuevo Artista para alegar que no eran racistas. Un premio prácticamente de consolación entre las candidaturas. Un premio que ha ganado Meghan Trainor. Ahí lo dejamos.
Este año las reglas cambian, aunque no precisamente para abrir mirar a diferentes y más cotemporáneos sonidos, aunque ya veremos cómo afectan los cambios a los resultados: a partir de ahora, los votos a los premios se emitirán online, vía Internet, de modo que prevén evitar fraudes, votos no válidos, y permitir el voto a los artistas que en ese momento se encuentren de gira y no pueden acudir a presentar sus ganadores vía papeleta. Porque sí, hasta ahora se votaba con papeleta en un país que lleva varias legislaturas con voto electrónico en las elecciones presidenciales. Tragic.
Hay más cambios, en las candidaturas de canción para banda sonora (pueden estar también nominadas en otras categorías, cosa que hasta ahora no), y en la victoria de disco del año para los compositores, y no sólo para productores e intérpretes. Lo más destacado, además del cambio de sistema, es que se ha establecido un comité de revisión para las candidaturas de rap, con la intención de no dejar fuera a gente sin grandes sellos, etc.
Como decimos, veremos cómo afecta el nuevo modo de voto a las categorías principales, pero seguimos insistiendo en que el problema está más bien en esos 14.000 miembros del jurado: habría que revisar qué edades, procedencias y razas tienen. Nos jugamos lo que queráis a que se trata de gente cuya edad media está muy por encima de la de la media de artistas del momento en la industria, blancos en su mayoría y conservadores hasta la médula.
Si eso sigue siendo así, seguiremos viendo discos como ‘Lemonade’ o ‘To Pimp A Butterfly’ quedándose sin gramófonos fuertes a pesar de su enorme peso en la cultura general, la historia de la música contemporánea, y su impacto en la comunidad negra.