Esta semana la lista americana de álbumes esta aún por publicarse. Llega con un retraso de más de un día, porque se prevé un drama hasta hace unos días impensable: el nuevo álbum de Sabrina Carpenter, que será uno de los discos con mejor estreno en su semana de debut en Estados Unidos de este 2024 (superando las 300k unidades), podría perder su esperado #1 contra un mixtape de Travis Scott publicado originalmente en 2014.

El popular rapero, cuyo último álbum de estudio movió prácticamente medio millón en la semana de debut en julio del pasado año, ha compartido la mixtape en formato físico y en plataformas de streaming para celebrar su décimo aniversario y ha animado el cotarro con una edición digital en la que se incluyen diez canciones nuevas. Las cosas así, el lanzamiento está tremendamente empatado al álbum de Sabrina Carpenter en ventas y ambos equipos han pedido un recuento exhaustivo de cada copia vendida, por lo que las listas han terminado retrasándose.

Pero esta batalla por el #1, más allá del salseo propio de la guerra entre diferentes públicos (que ha existido toda la vida), ha dejado en evidencia que tanto la lista americana de álbumes como la británica necesitan poner un límite a dos problemas que restan interés y credibilidad a sus charts oficiales.

La lista americana: un juego de trampas

El conteo americano se ha convertido en un suplicio porque no se venden álbumes como antaño, pero se quiere seguir fingiendo que el nivel sigue alto. Y para ello, los sellos y artistas han llevado al extremo la clásica ‘edición deluxe’ de cada álbum. Si bien hace unos años encontrábamos una -a lo sumo un par, con el tiempo, según el nivel de impacto del disco- edición extendida de cada trabajo, ahora se estila que, al menos, media docena de ediciones se pongan a la venta del mismo lanzamiento. Y no sólo eso, sino que cada una de esas ediciones, en los últimos meses, solo se diferencia del resto por un track final. Una canción no disponible en plataformas que obliga al usuario a comprar el álbum completo -también generalmente rebajado- para hacerse con ella.

Y el problema no es tanto que en la semana de estreno el disco esté disponible en seis diferentes ediciones que solo tienen el appeal de una canción por disco digital -que también, realmente-, sino que esta estrategia puede utilizarse en cualquier momento. Es decir, si al de tres días de conteo el disco necesita inflar sus datos, se publica una edición adicional. Total, se trata del mismo disco, en digital, y solo hay que incluir una canción. A veces un simple acústico. O un directo.

El fan pica y las ventas vuelven a dispararse. De ese modo, alguien puede llegar a vender millón y medio de discos, aunque realmente podría haber tenido 600k compradores, menos de la mitad de la cifra que se exhibe. Una demostración de fuerza que esta semana ha llevado a retrasar Billboard porque Sabrina y Travis se han dado a las ediciones exclusivas a través de sus webs.

Y ahí está ahora el jaleo: hay que recontar cada una de las copias vendidas no solo a través de las plataformas, sino revisar también las que los artistas han vendido por web. En gran medida, a la misma gente que compró las ediciones originales.

La lista británica: ¿dónde están los álbumes?

Los británicos, por ahora, no están sufriendo tanto con este sistema de lanzamientos sorpresa carentes de contenido. En su caso, el problema de la tabla de álbumes es que apenas contiene álbumes. Veamos el dato de esta semana: en el top100 de los discos más vendidos del país, 34 álbumes son recopilatorios. En el top40, 18 álbumes son recopilatorios. Y eso que, justo en el conteo de esta semana, las reentradas desde el catálogo de Oasis han sumado a que haya más álbumes en ella.

Las reglas británicas permiten que un artista sume los streams de sus canciones en dos discos: el original al que pertenecen y una coleccion de ‘Greatest Hits‘. Una, a pesar de que tengan más a la venta. De ese modo, por ejemplo, al más reciente ‘Curtain Call 2‘ de Eminem (#45) le está costando más la estabilidad que al ‘Curtain Call‘ anterior (#19), porque en el segundo no computan los streams de los hits de Eminem anteriores a 2005.

Con estas normas, vemos álbumes recopilatorios que aunque ínfimamente promocionados, tienen un éxito en listas espectacular: como el ‘The Highlights‘ de The Weeknd, que sigue en el #11 y ha pasado 128 semanas en el top10; o un recopilatorio genérico como ‘The Essential‘ (de esos que se publican en serie) de Michael Jackson, que es #21 con 102 semanas en lista. De ‘Number Ones‘, el último recopilatorio que publicó en 2003, ni rastro, claro: todos los streams de los singles van al genérico.

Billboard necesita limitar la venta de diferentes ediciones de álbumes para mostrar un resultado más realista y más acorde al mercado de 2024. Algo que es curioso que aún sea reticente a hacer, porque en singles, las estrategias de bandas K-Pop como BTS ya llevaron a tomar la decisión de que una misma tarjeta de crédito no podía hacerse con un single una semana y comprar otra versión del mismo la siguiente. Es decir, poder pueden comprarla, pero esa unidad no computará para listas. Así, el grupo pasó de las 10 semanas en el #1 de ‘Butter‘, al #1 de una semana de ‘Permision To Dance‘, que apenas aguantó 6 semanas más en el top100.

En la lista de álbumes está ocurriendo exactamente lo mismo: el último trabajo de una popular cantante ha pasado semanas y semanas en el #1 de álbumes, hinchados sus datos a través de ediciones con canciones acústicas o directos. Habrá quien diga que si se vende, se vende. Y claro está, pero entonces para dejar de desdibujar la popularidad de un disco quizá deberíamos empezar a hablar de compradores u oyentes y no de unidades ‘vendidas‘.

En el Reino Unido directamente necesitan hacer una limpia y si quieren mantener las cifras más elevadas, tendrán necesariamente que dar más peso a las unidades de streaming, en detrimento de la venta tradicional. Un movimiento que puede resultar polémico, porque la venta tradicional solo que transforma en una unidad por mucho que el usuario escuche el álbum en repeat. Pero la realidad es que o se acostumbran a cifras bajas en la tabla de álbumes o mueven ficha en favor de las escuchas.

O dejamos de recontar los álbumes por ‘unidades‘ y pasamos a un nuevo sistema de medición, pero esa sería una sacudida al mercado con un melonar que abrir.

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