El pasado sábado, Loreen arrasó en el Melodifestivalen. Pasó a la final con su propuesta, ‘Tattoo‘, pero no solo eso: la cantante es ya la favorita de apuestas para ganar la preselección sueca (¡con un 70%!), pero también lo es para ganar Eurovisión (con un también espectacular 26%).
Sin embargo, no todo fue como la seda el pasado sábado: la artista tuvo que repetir su actuación por culpa de un hombre que subió al escenario con una pancarta, cargándose por completo la realización y obligando a suspender la performance, que depende en gran parte de los super medidos planos de cámara. Lo hizo, además, en la actuación más oscura del Festival, con lo que nadie vio realmente por qué luchaba.
Loreen, que estaba en ese momento metida entre las dos plataformas de ‘Tattoo‘, se enteró a medias de lo que ocurría en su alrededor, como explicaría después de la emisión de la gala:
«No entendí lo que estaba pasando, pensé que era un problema técnico. Vi al muchacho pero pensé que estaba bailando, sinceramente. Pensé «bueno, se lo está pasando bien». No fue para tanto, tampoco percibí ninguna energía hostil.
Y entiendo a los activistas, muchos de ellos hacen un gran trabajo peleando por los derechos humanos y cosas importantes… de modo que los entiendo. No me preocupó. Sentí que reconectaba después con todos vosotros. Fue como «bueno, pues hagámoslo otra vez».
La verdad es que la honra semejante respuesta calmada. Porque si bien es cierto que el activismo puede mover masas y concienciar en momentos de mucha atención social, también tiene que saber dónde posicionarse. Y no es lo mismo salir en mitad del speech de dos presentadores -que al final están leyendo un guión y pueden releerlo después-, que salir en mitad de una actuación que ha llevado meses preparar. Porque ese segundo pase podría haber arruinado las posibilidades de Loreen si llega a salir peor, por ejemplo. Y parte de su trabajo en los próximos meses dependía de ella.
