Los Premios Dial premian cada año los nombres de la industria del pop español que consideran más propios. O algo así, porque jamás me quedó muy claro en qué basan los galardones. No tienen categoría, es solo un poco “eres Premio Dial”, por lo que lo mismo puedes tener uno, que doscientos cuarenta y cinco. Como Beyoncé con los Grammy, pero sin especificar el porqué.
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Lo bueno de los Premios Dial es que como pueden repartir premios de forma indefinida, es fácil que animen a acudir a ellos a gran parte del plantel Dialero del país. Todo aquel perfil que gusta a un público de más de 35 años y es previsible que haga algo a nivel creativo que le haga decir “qué moderna soy, de verdad, no puedo ni aguantarlo”. Léase Vanesa Martín, que apareció allí con su mejor look de Mademoiselle Madame, porque está en su era experimental. Que es hacer lo de siempre, pero poniéndole autotune. O una base de bachatatita. Los Premios Dial son un poco la reunión de Señores Burns Con Gorrito De Lana.
Pero después de este roast, pongamos el foco en su presentadora de esta edición, Leire Martínez, cuyo proyecto en solitario está a la vuelta de la pupilar. No lo decimos por decir, sino porque tenemos pruebas: nadie se tiñe el pelo si no es para dar inicio a una era. Y ella lo llevaba naranja. Martínez arrancó la gala dando la bienvenida a ese lugar, a su lista de obsesiones, con Mi Gran Noche de Raphael mientras caminaba al escenario.
Pero su Gran Noche no lo iba a ser por el arranque, sino por el auto-homenaje que se daría minutos más tarde. Subida al escenario junto a Chenoa, David Demaría, Nia, Edurne y Lucas Curotto, interpretó Inmortal, de sus años en La Oreja De Van Gogh. Leire realmente dijo “si no vais a dejarme salir por todo lo alto, pues cojo este momento y lo convierto en mi despedida”. Así, bien acompañada, Leire se quedó sin Oreja, igual que Van Gogh, pero también revalorizada. También como Van Gogh.
Inmortal sonó como himno, con Chenoa levantando al público, David Demaría demostrando que él siempre fue más de Amaral y el resto de sus compañeros apoyándola y dejándola vivir un momento que no hace más que empezar: preparaos, porque Leire ya es un poco más guapa y un poco más lista y su Jueves no, pero su viernes está al caer.