11 de septiembre. Estados Unidos se despertaba con dos aviones chocando contra las torres gemelas, dejando centenares de muertos y la ciudad de Nueva York sumida en el caos tras el desplome de ambos edificios. En medio de la confusión, del shock global y del sentimiento de tristeza generalizado por los atentados, Mariah Carey lanzaba ‘Glitter’, un álbum más pop que nunca con una portada rosa chicle, con mucho brilli-brilli, y una película acompañándola, sobre la carrera de una debutante en los años 80. Imposible haber elegido un peor momento para que el proyecto viera la luz.
‘Glitter’ se estrenaba, para colmo de males, con un retraso de un frente a la fecha prevista, y tras el desastre promocional de su primer single, ‘Loverboy’, que sí, había sido #2 en Billboard, pero que veía la luz con una Mariah destrozada por su último fracaso amoroso, con un serio problema de control emocional, que acudía errática a diversos eventos y era posteriormente ingresada para tratar su depresión nerviosa. Ojo, este era, además, el primer álbum de Carey en Virgin, una discográfica a la que había llegado con un contrato por cinco álbumes a cambio de 100 millones de dólares. Sólo grabaría este y sólo percibiría algo más de 25.
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Como era previsible, entre la situación social, para poca purpurina, la prensa sobre una Mariah que casi era una parodia andante, y las pésimas críticas de la película, ‘Glitter’ fue un fracaso para la pobre. Vendió apenas 600.000 copias en Estados Unidos, unas cifras ridículas para ella, y se rumorea que algo más de 2 millones a nivel mundial, apoyados por el éxito del disco en Japón, donde casi coló medio millón.
Mariah ignoraría ‘Glitter’ de ahí en adelante, hasta recuperar ‘Loverboy’ en su gira de grandes éxitos del pasado año, por primera vez. Ni el disco está colgado en plataformas de streaming, ni la artista lo considera al repasar su discografía, salvo en momentos muy puntuales. Pero, ¿está justificado tanto vacío para ‘Glitter’? Hoy hacemos un repaso por él, y rompemos una lanza a favor de un disco incomprendido.
La voz, clarísima… ¿por última vez?
Si hay algo en ‘Glitter’ que, casi seguros, no hemos vuelto a tener en Mariah, es una voz clarísima, y un protagonismo, en las canciones que no eran de baile, más que evidente del despliegue vocal de la cantante. Sí, aún le quedarían años de potencia, en ‘Charmbracelet’ y ‘Emancipation’ especialmente, pero en el primero la sobreproducción vocal se la comió, y en el segundo, empezábamos ya a ver a una Mariah aún capaz, pero mucho más sufrida vocalmente, que ya no cantaba con la naturalidad con la que su voz salía en algunas piezas de ‘Glitter’. Basten los 18 segundos de nota de ‘Lead The Way’ como muestra, pero también el desarrollo de la balada clásica ‘Never Too Far’, y los sobreagudos que inundan algunos de sus cortes.
A nuestro parecer, ‘Glitter’ fue la última vez que la voz de Mariah brilló con absoluta fuerza, sin complejos, sin disfraces, con muchísimos matices y sobre todo, como protagonista natural del trabajo.
La producción del disco
Mariah Carey cometió el error de asumir, en un pésimo momento, la producción del disco, porque sirvió para que fuera el saco de golpes de todos los críticos de aquel año. Sin embargo, Mariah tonta no era, y sorda tampoco, por lo que supo fabricar un disco que llegó antes de tiempo -lo analizamos en el siguiente punto-. La producción de ‘Glitter’ es limpia, directa, ni le sobra ni le falta, y está perfectamente dirigida a que se entienda que Mariah quería traer de vuelta los 80 sin perder del todo el sonido que venía manejando desde ‘Butterfly’.
Así, la cantante mezcló sampleos ochenteros a cargo de Jimmy Jam y Terry Lewis (Usher, Michael & Janet Jackson, TLC…) en temas como ‘Want You’, con covers de la época, tan sexys como desenfadados (‘Didn’t Mean To Turn You On’). Mariah envolvió todo con un toque divertido, y lanzó su disco más pop en mucho tiempo: ‘Last Night A DJ Saved My Life’ o ‘Don’t Stop’, a cargo de DJ Clue, son dos entretenidos cortes que Mariah podría lanzar hoy día y recuperar un poco del groove que ha ido perdiendo con los años.
Las baladas también eran cristalinas: la clasiquísima ‘Never Too Far’ se mezclaba con ‘Lead The Way’, tercer single del álbum en la radio española -que sí, por entonces pinchaba a Mariah, de hecho, ‘Never’ fue top10 en Los40-, una producción de Walter Affanasieff que bebía de la época ‘Vision Of Love’ y que seguía adelante con el espíritu nostálgico del disco. Como dato curioso, diferencias artísticas separarían a la pareja creativa y Mariah no volvió a trabajar con el que había sido uno de los artífices de sus mejores singles. El último corte del álbum, ‘Twister’, era la señal de la Mariah que estaba por llegar en adelante.
Un producto totalmente incomprendido
En 2001, el R&B estaba en la cresta de la ola, y pensar en lanzar un álbum con sonidos disco, funk y tan retro, se suponía impensable. ‘Glitter’ no cuajaba con su época, se adelantó unos años a la fiebre por Robin Thicke, Bruno Mars, o incluso la propia Ariana Grande, que tiene más de ‘Glitter’ que de otros discos de Mariah en muchos de sus lanzamientos.
De haberse lanzado en una época en la que todos reinvindicábamos los 80, a Michael Jackson, el sonido de baile elegante y demás, ‘Glitter’ podía haber encontrado su hueco comercial. Y sin ir junto con la película, claro, la película fue uno de los grandes motivos que justificó su traspiés. Una pena que Mariah, salvo en cortes muy ocasionales, no haya sabido aprovechar, por esa manía al disco que la ciega, todo lo que sí brillaba en ‘Glitter’. Que era mucho más de lo que en 2001 se apreciaba.