La industria del vinilo se ha convertido en un lujo en los últimos años. De pronto, hemos normalizado que un vinilo que, hasta hace un par de años pudiera costar entre 21 y 24 euros, haya pasado a costar entr 40 y 45. No es producto de una subida de precios general, es que prácticamente duplican su precio. Y como muestra, un botón: este que escribe compró ‘Come On Over’ de Shania Twain en vinilo en Fnac por 19,90. Sin ofertas, era el precio que se le había puesto. Ese mismo disco cuesta ahora 46 euros. Más del doble. Podríamos hablar también de que Billie Eilish vendió ‘Happier Than Ever’ en CD por 26 euros, con el vinilo superando los 35 euros. Su nuevo álbum ronda los 37 euros por la edición estándar en vinilo. Beyoncé, que sí, los vende en caja dura y con libreto de un porrón de páginas, no los baja de 60 euros. Todo sabemos que está por encima del precio real.

Si eso es lo que cuesta una edición normal de un disco, imaginad cómo se nos está yendo a todos la olla cuando la edición es limitada. Adele acaba de anunciar que, habiendo dado recientemente final a sus shows en Las Vegas y Munich, publicará el directo de la residencia en formato vinilo. Por, atención, la friolera de 350 euros. Un tercerio del salario de alguien de andar por casa invertido en una caja que, sí, cuenta con un diseño monísimo triangular, pero no deja de ser un puñado de cartones cortados de forma chic con fotos impresas en ellos, un montón de confetti que también es papel, un libreto de fotografías y tres discos de vinilo.

Normal que los fans hayan salido a decirle cosas como “chica, en los últimos dos años salvo que seas rico es imposible ser fan, perdona por ser pobre”, que puede leerse en el muro de la propia publicación. Y es que el otro día hablamos precisamente de este momento Judy-Barbra-delulu que vive Adele, cuya magia original era que, siendo una persona muy de andar por casa, después era muy diva en el escenario. Entre el precio desorbitado de las entradas a sus conciertos, sus fechas limitadas a dos ciudades y lanzamientos como este, es normal que vaya, paulatimanete, perdiendo a su público original, quedándose como una de esas artistas para la élite con las que es cada vez más complicado congeniar e identificarse.

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