Venga, vamos a meternos en un buen jardín. Con sus petunias, sus gardenias y su rosal de pétalos azules porque se nos cayó a la tierra el tinte del cosplay de Ami Mizuno. Resulta que Marc Seguí ha ido a ‘La Resistencia’ y su entrevista ha vivido un momento viral. El momento en el que David Broncano aseguraba que para el programa «era una putada» descubrir que Seguí había publicado, hace años, tuits homófobos, machistas y misóginos.

Porque, decía de nuevo Broncano, él «no podía revisar la ideología de cada invitado» antes de sentarlo en el programa. Claro, sería algo absolutamente impensable, por lo que mañana podría estar sentado en ‘La Resistencia’, pues no sé, De Juana Chaos, porque cómo iba Broncano, o todo el equipo del programa, a chequear nada antes de sentar a alguien. Y ahí se queda mirándolo Marc Seguí, esperando a que acabe su speech para seguir explicando qué pasó con él.

Aunque Marc Seguí ya lo explicara en su día por escrito. Aunque Marc Seg ya lo explicara en su día en varios vídeos en redes sociales. Aunque Marc Seguí se haya disculpado en unas cuantas ocasiones en entrevistas. También debía hacerlo en una en televisión. Y puede que llegue 2046 y sigamos en ese bucle. Porque es impensable que alguien ofrezca una disculpa decente -ya no digo un texto gratuito, una decente y razonada- a algo que hizo en su adolescencia y lo creamos. Esa persona es la que era con 14 años, como lo somos todos. Nadie madura.

Si algo me ha hecho entender este tipo de casos ha sido lo de Perra De Satán, una persona que ha sorprendido mucho al universo de redes tras descubrirse sus tuits homófobos y racistas de hace 8 años, cuando su perfil es actualmente el opuesto a lo que hemos descubierto. Resulta que con ella entendimos que la gente tiene derecho a equivocarse y aprender. Y evolucionar. Y razonar. Tenga la edad que tenga. Y asumimos, en una gran mayoría, que eso era así porque Perra De Satán nos caía bien. Empatizamos. No era un perfil problemático de origen.

Marc sí lo es. Es el típico bully de instituto al que luego te jode ver que lleva las uñas pintadas. Y lo entiendo, ¿eh? Soy el primero al que le jodería, que todos hemos pasado por lo nuestro. Pero es que también Marc Seguí ha podido crecer y rodearse de gente nueva. Y aprender de ella. Y deconstruir su pensamiento adolescente. Y replantearse la vida y su entorno. Y disculparse de una forma en la que explica muy bien por qué se equivocó. Y quizá, como a Perra De Satán, también tengamos que dejarle pasar página. Aunque sigamos mirando de reojo, por si las moscas.

Porque Marc no es Pol Granch, no es Omar Montes. Y si lo es, disculpadme el que no tenga constancia de ello. Marc no colgó un tuit de 12 palabras y se fue de rositas. Marc no buscó blanquear su imagen pasando por alto el problema de origen. Lo trató. Lo expuso. Se explicó. Y se le puede dar una segunda oportunidad, como se la daríamos a otro perfil que nos resultara menos problemático.

Y lo mismo disculparse, otra vez, en un plató de televisión no era tan mala idea. Pero lo mismo hacerlo en ‘La Resistencia’, que roza muchas veces el cuñadismo, tampoco era lo más apropiado. Porque no hace falta que Marc se denomine a sí mismo como «gilipollas» aunque lo hubiese sido, ni es necesario que Broncano finja que ha habido tensión por invitarlo al programa, ni le haga pasar el mal rato público durante minutos y minutos. Hasta el punto de que una muchacha tenga que salir a decir, en la cara del propio invitado, que le pareció un bajón que el invitado fuera él. Eso sí, al menos acepta su enésima disculpa.

No sé al resto del mundo, pero a mí el caso de Perra De Satán me hizo darme cuenta de que muchas veces hemos somos incapaces de asumir que la gente puede replantearse la visión del mundo, como lo hacemos todos. Quiero pensar que mi yo de 2012 no es el de hoy día. Si lo fuera, qué tristeza.

Si vamos a cancelar a alguien, ¿no sería mejor centrarnos en quien reitera comportamientos espantosos sin el mínimo esfuerzo por comprender por qué lo son? Que tenemos una colección de nombres importantes como para añadir este a lo alto de la lista.

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