Nostalgia

¿Fue la segunda edición de ‘OT’ el primer acercamiento a lo cool del programa?

¿Fue la segunda edición de ‘OT’ el primer acercamiento a lo cool del programa?

El pasado año, con el estreno de ‘OT’, y este arranque de 2018, con la fiebre a mayores por el concurso, todos nos hemos acordado tremendamente de las sensaciones que la primera edición de ‘Operación Triunfo’ causó en la audiencia, y, prácticamente de forma inconsciente, comparamos esta edición con aquella otra. Bueno, de forma inconsciente y porque RTVE se ha encargado de que así sea, con una buena campaña de marketing del concurso, vendido más como evento que como programa.

Pero claro, los tiempos cambian, y con ellos también las impresiones: mientras en 2001 ‘OT’ era visto como un karaoke gigante, una amenaza para el mundo de la música -con sonrojantes discursos por parte de algunos artistas del panorama patrio, que casi consideraban una amenaza a su existencia el que Rosa López respirara-, y demás grandilocuente melodrama, en 2017 los artistas abrazan el concurso y visitan la Academia, además de hablar del concurso en redes o ser interpretados en la misma: Zahara, Love Of Lesbian o Supersubmarina ya han colado canciones en las galas, y nadie ha puesto el grito en el cielo. Además, los concursantes han versionado a C. Tangana, bailado por Las Bistecs y tienen como profesor a Guille Milkyway.  Hace 15 años, Manolo García estallaba en cólera porque versionaron ‘Pájaros De Barro’. El ridículo.

A ese perfil «cool» del nuevo ‘OT’ se ha referido precisamente Nika, de aquella edición y componente actualmente de Münik, en uno de sus últimos tuits:

Con un poco de azúcar y esa píldora de shade, la explicación de porque consideramos ‘OT 2’ como la primera edición cool del programa pasará mejor. Pero, además de darle a Nika un aplauso por la crítica y la razón que lleva, de verdad que creemos que su concurso supuso la ruptura de ‘OT’ con el planteamiento más clasicón de la edición más famosa. Y todo ocurrió sin que nos diéramos cuenta por entonces.

 

La variedad de perfiles

Es verdad que el casting de la primera edición era variado en cuanto a voces, pero el perfil de los concursantes era más bien similar. Es decir, nadie esperaba que Bustamante, Álex o David Bisbal fueran a diferir demasiado en sus discos, y saber cuál era la distancia musical entre Gisela, Chenoa, Verónica o Natalia era complicado. Por no hablar de los perfiles de Juan Camus, Javián, Mireia, Geno, directamente de orquesta. Los únicos más claros eran los de Naím y Nuria, posiblemente, pero tampoco se les supo sacar el partido que se debía.

En ‘OT 2’, sin embargo, el programa perdería frescura e inocencia, pero eso ayudó a que los perfiles de los concursantes fueran más variados y plurales de el principio: desde el rock en la voz de Ainhoa al R&B de Tony Santos, el flamenco pasional de Cristie, el rollo más cantautor de Joan, Vega o Mai, o el perfil más pop de Tessa o Marey. Ojo, no hablamos de su papel después en las galas, sino de los perfiles. ‘OT 2’ ya era más cool por resultar más inclusivo y menos verbenero. Al menos el 50% de los concursantes no cabía, de primeras, en el ‘Caribe Mix’.

 

Unos productos más a prueba de tiempo

Los concursantes de la segunda edición de ‘OT’ también hicieron del programa algo más cool por tener una perspectiva a largo plazo: en términos generales, los productos post-academia no fueron tan disco McDonalds. Y sí, ninguno de ellos sería nominado al Grammy, ni estamos hablando de que firmaran maravillas, pero sí dieron forma a discos que los presentaban de cara al futuro, y no como un producto de un solo single del que olvidarse al día siguiente.

De esta forma conocimos a Vega, por ejemplo, que se mueve como pez en el agua en un entorno más indie y lleva una muy bien valorada discografía a sus espaldas, a Nena Daconte, con un buen puñado de hits alejados del sello Vale Music que ensombrecía -y a la vez daba color- al primer ‘OT’ o a Manuel Carrasco, el concursante de ‘Operación Triunfo’ de mayor éxito de la historia del programa.

Y sí, nos hablaréis de David Bisbal. Pero es que, 15 años después de su edición, Carrasco tiene colgados 5 platinos del cuello, y con apenas un año más, Bisbal ha sufrido por el único Platino. Su desgaste ha sido evidente, y Carrasco no ha hecho sino aumentar en popularidad.

 

El nacimiento del OT indie a posteriori

El otro factor «cool» de la segunda edición de ‘OT’ se ha visto con el paso de los años. Y es que, mientras los concursantes de la primera edición llegaban con todo medianamente hecho, a los de la segunda se les aseguraba un single -maravilloso momento aquel de dar un tema a cada uno-, pero no tanto el lanzamiento de un álbum. Con lo cual, muchos de ellos han tenido que ir sacándose las castañas del fuego.

https://www.youtube.com/watch?v=nxrG0REHBWI

Y de este modo, además de la ya citada Vega, tenemos a Beth con un par de álbumes maravillosos en catalán, a Elena Gadel refugiada en lanzamientos más jazzy o de instrumentación más sofisticada, o a Nika, como también decíamos, junto a Münik, con su recién lanzado primer álbum, de inspiración pop-rock ochentera.

En este sentido, también su ganadora, Ainhoa, lanzó un tercer álbum de forma independiente, ‘Imperfecta’, y permanece como su mejor disco hasta la fecha, aunque después haya continuado lanzando material variopinto sin marcarse un estilo excesivamente definido.

 

Con todo esto, creemos que sí, podía haberse hecho más y mejor en aquella edición, pero 2002 no era 2017, la televisión era diferente, la música era diferente, y bastante factores tuvo la segunda edición de ‘OT’ como producto cool como para haberle pedido más. Y si no, echad un vistazo al terriblemente tedioso casting de la tercera edición del concurso. Un bajón en toda regla.

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