Este año he decidido echar un ojo con mayor detenimiento a las 36 canciones que se presentan a Eurovisión. De una en una, ire desgranando las candidaturas a la victoria en Basilea, Suiza. Eurovisión se celebrará el próximo mes de mayo, entre los días 13 y 17, celebrándose la final en este último, donde España peleará por su enésimo bottom con Esa Diva de Melody.
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El país en el que me detengo hoy es Alemania.
La canción
Abor & Tynna presentan algo diferente para Alemania: un banger. Porque hablamos mucho de nosotros mismos, pero Alemania tiene un track record alucinante en Eurovisión: en las últimas diez ediciones, han conseguidos quedar últimos o penúltimos en seis de ellas. De las últimas 25 ediciones, en la mitad han quedado por debajo del 20. Vamos, que un banger como el de este año no le sobra ni una pizca.
Abor y Tynna presentan un tema de club, muy en la onda de los de los últimos años, como de quien entra en la discoteca con ganas de olvidarse del mundo y tampoco está tan a berrear las canciones a plena voz, sino más bien a sudarlo todo, pedirse otra bebida barata y aguada y dejarse las penas en la lista de baile.
Baller cuenta con un momento spoken word que lleva a un puente más melódico y termina explotando en su estribillo machacón. Todo sofisticado, la verdad, pero machacón. La canción se acompaña en su segunda mitad de arreglos de violonchelo, un poco buscando el momento Clean Bandit que realmente no viene a necesitar en ningún momento. Lo que necesita es dejarse de pretenciosidades y aprovechar las ganas del público de darlo todo con los brazos en alto. .
El vídeo / la actuación
La puesta en escena, no vamos a engañarnos, es por ahora bastante confusa. La energía de ella está on point, porque esta no es una de esas canciones en las que la cantante tiene la energía a tope, está más bien siendo arrastrada por el tema a un estado mental en blanco, que ella simboliza muy bien con sus movimientos en escena.
Pero claro, a los lados tiene un par de bailarines espitosos que parecen estar completamente en otra actuación, como si fuera el clásico ballet que José Luis Moreno obligaba a los artistas a tener durante las performances en sus galas, y después está él, que no puede estar más fuera de lugar. Colocado en una esquinita del escenario, como si el resto de la peformance no fuera con él, toca el violonchelo de forma absolutamente anticlimática, rompiendo el ambiente que crean los láseres y la actitud de la intéprete.
Para colmo de males, la pareja vuelve a perder la magia de Baller al intentar el momento eurovisivo de la actuación: ese en el que ella estampa el violonchelo contra un altavoz y lo hace explotar. No se puede ser tan cutre, Alemania. Aunque no estamos nosotros para hablar muy alto, pero ¿para qué tiene que estar alguien ahí fingiendo tocar un instrumento que irá en playback y no es tan protagonista de la canción?
Hay mucho que replantearse en esto.
¿Qué opciones se le ven?
Escasas, con lo que Alemania podría volver a su status natural en el marcador eurovisivo tras la bomba de aire que fue el 12º puesto del año pasado. Baller, con otra presentación, podría tener mucho más tirón entre público y jurado, pero bien es cierto que a mediados de abril, no estaría de más que empezaran a mostrar alguna de las cartas que pretenden jugar. Tan fuera del plano de los favoritos, puede que para cuando lleguen los ensayos, los que votan estén más pendientes de otras candidaturas.