Se acabó: Rusia ha anunciado que Channel One no emitirá este año Eurovisión, con lo que, indirectamente, confirma que se queda fuera del concurso y que Julia Samoyolova no actuará desde Kiev, ni vía satélite, ni por Facetime, ni por Messenger. No irá, Rusia no recibirá un sólo punto este año, no escucharemos a ningún enviado decir “la grusí”.
Falta la confirmación oficial de la UER, pero la cadena pública rusa ya ha comunicado que no emitirá el festival, después de que Ucrania no permitiera la entrada al país de su representante, por haber pisado el terreno de Crimea tiempo atrás para una actuación, algo prohibido por la ley ucraniana, que se encontraba en guerra por el territorio. En cualquier caso, la decisión era relativamente comprensible -la ley es la ley, qué íbamos a hacerle- pero Ucrania se pasó de la raya cuando confirmó que la artista tampoco podría ser vista vía satélite durante el show, lo cual se excede ya de la gilipollez más evidente. Ante esta negativa constante, y los puntapiés de la política del país de Ruslana, Rusia ha decidido dejar el concurso.
Y atención, porque lo haría no por un año, sino por dos, ya que en 2018 no podría participar por no haber emitido en televisión la edición anterior del concurso, una regla, que, de cumplirse con el país como siempre se ha cumplido, dejaría a los de Putin fuera del eurotelevoto hasta, al menos, 2019.
Rusia, como es evidente, acusa a Ucrania de “intentar politizar el concurso y destruir las bases de la historia de Eurovisión”. Hombre, tampoco están ellos para dar lecciones precisamente, pero bien es cierto que en lo que a esta historia respecta, somos #EquipoRusia. Es decir, nos parece legítimo que no pueda actuar allí, pero si Amy Winehouse pudo ganar Grammys a distancia, Julia puede actuar desde La Palapa para que el resto de Europa la vea. ¿O tiene Polonia alguna ley que le impida poder ver la cara de la mujer por televisión? ¿La tiene Portugal? ¿Austria?
Pues eso.