Alfred García ha pasado en el último par de años por tantas eras que podría montar su propio ‘The Eras Tour’ en la Sala Sol si estuviera dispuesto a coserse seis o siete bodys con cristalitos de colores. Ha sido baladista nostálgico, ha probado a sonar a lo que Ana Guerra etiquetaría como “pop-rock”, se ha revestido de los 80 como si fuera la mismísima heroína. Pero en los últimos meses, parece haber dado con la clave definitiva de su sonido. Y es uno que nos ha pillado por sorpresa.
Su nuevo single, ‘Llamas En El Cielo’, suena un poco a ‘Melendi’s Piano Bar’. Como si el asturiano hubiera abierto una cafetería elegante con pianista, donde todo tiene un punto de ligera decadencia estética, pero al mismo tiempo fuera lugar de reunión para gente que viste con gabardina. Una señora con abrigo de piel sintética se sentaría a leer a Paulo Coelho frente a un hombre que, visto desde detrás, podría ser al mismo tiempo Carmen Sandiego y Amador Mohedano. Grandes ladrones, ambos. Los dos habrían pedido un café americano, servido por descontado en un vaso que se reflejaría en las columnas de marmol del local. Aunque la ley del tabaco seguiría en activo, habría en la cafetería una sensación de ambiente denso, cargado. Y al fondo, un escenario con rebordes en bronce con un piano, un micrófono y un taburete de madera antiguo.
Y allí sentado, acompañado de un guitarrista, estaría Alfred García tocando su nuevo material. Esta aventura que nos hemos imaginado en semejante escenario, tan absurdo como maravilloso, arrancó con el anterior tema, ‘El Teus Ulls’, que nos atrevemos a decir, es la canción más bonita que Alfred García ha compuesto hasta la fecha. También ayuda que se haya quitado el fantasma del sonido Leiva de encima de una bendita y celebrada vez. Pero es que se luce en los ritmos de rumba. Rumba chic. Estopa si llevaran pamela en vez de coletilla. Rosario Flores en ‘Cómo Quieres Que Te Quiera’, no en la del gato que hablaba.
Ese espíritu se repite en ‘Llamas En El Cielo’, que sirve como abrazo con ritmo de palmas. Es acogedor, como el ‘Melendi’s Piano Bar’ para la señora del abrigo sintético de piel. Cada tarde se acerca a él con la esperanza de que alguien inteprete, en clave slow-jam ‘Con La Luna Llena’, pero queda igual de satisfecha cuando Alfred le canta esta canción nueva. Desde el escenario, el cantante se despide con una pequeña sacudida a su jersey de lana, al que siempre le cae algo del polvillo flotante.
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Será tu rollo si: te encanta cenar verdura en wok, tienes un gato con una medallita al cuello, opinas que la palabra “consuegra” tiene una fonética absurda.