Interpretar el ‘Star Spangled Banner’ a la apertura de un evento de las características de la Super Bowl es siempre un arma de doble filo: puede hacer que el artista se lleve una ovación tremenda en caso de acierto -Lady Gaga- o que se convierta en un escollo para el resto de su carrera en caso de fail -Fergie-.
Este año, la encargada de interpretar el himno americano era Demi Lovato, que viene de marcarse un comeback a dos fases: además de con el himno en la Super Bowl, reapareció en los Grammy con el baladón ‘Anyone’. No parece que esta última vaya a darle un hit, con lo que podría terminar quedando como buzz single, pero su actuación la pasada noche en el show más visto de la televisión americana podría darle un boost global a su regreso.
Y es que Demi interpretó con acierto el ‘Star Spangled Banner’, dándole un punto elegante y épico, sin exceso de gorgoritos aunque incluyendo un par de momentos de diva necesitada de tonos por las nubes. Aunque para tono por las nubes, el de su piel. A alguien se le ocurrió que en la noche de las mujeres de raíces latinas, a Demi había que ponerla de más latina que Thalía y la pobre terminó pareciendo un cruce entre Ariana Grande y Ross en aquel capítulo de ‘Friends’.
Eso sí, acerto en los vocals y acierto también en su outfit, un conjunto blanco a medio camino entre un ‘Letizia Ortiz’ y un ‘Carmen Sandiego’, que le quedaba como un guante. Normal, estando negra como un tizón. Ella venía anoche de caña y de palmera, y no hubo un Dios que fuera a bajarle del carro del mar y la cordillera hasta que finalizara el show. Su orgullo es ser latina. Y americana.