Sabrina Carpenter no va a darse un margen de relax después de la agotadora promo y gira de Short N’ Sweet, que para algo está viviendo su gran momentum tras una década de carrera en el Psiquiátrico de Las Khias. El 29 de agosto se publicará su séptimo álbum de estudio, Man’s Best Friend, y ya ha llegado con su primera gran polémica a espaldas. La portada.
En ella, podemos ver a Sabrina Carpenter a cuatro patas, sostenida por el pelo por lo que, en apariencia, es un señor. Vamos, en plan perrita, para que se entienda junto al título. Y claro, una masa de gente y comentaristas han salido a decir que les parece escandaloso el retroceso al que Carpenter lleva a la mujer. Que es una carátula misógina. Que es machista y casposa.
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Y es verdad que escandalosa, es. Que a primer vistazo choca. Incomoda. Es un tanto molesta porque repite clichés establecidos dentro del patriarcado en la sexualización de la mujer, replica actitudes que la industria del porno, por ejemplo, repite continuadamente. Pero ahí es donde llega la jugada de Sabrina Carpenter: la portada no se entiende sin contexto.
Y esto es la portada de un disco, por lo que el contexto —que en este caso es el contenido de la propia obra— es esencial. Y Sabrina tiene un contenido abiertamente feminista. Es más, aplica el humor de tal forma a sus canciones que mira a los hombres heterosexuales en la mayor parte de las ocasiones con ternura y lástima. Incluso en el single que lidera este proyecto, Manchild, cuyo título ya da suficientes pistas, pero su completo es aún más contundente. Por tanto, si la portada se valora en contexto, es evidente que Sabrina no está utilizando la carátula para sexualizarse, sino para ironizar y jugar con quien la sexualiza.
Sabrina ha decidido hacer algo arriesgado en esta época: no tomar al público por idiota. Obligarle a darle una vuelta al asunto, a pensar en qué quiere decir y no solo en qué es lo que se ve de primeras. Algo a lo que ya nadie acostumbra. Tanto es así que Barbie, la película, se ve obligada a explicar su mensaje durante la propia peli, como si no estuviera lo suficientemente claro. Barbie es el ejemplo perfecto, con todo lo que llegué a disfrutarla, de entender que el público es tonto y necesita que le den todo mascadito.
La pregunta real es si, con el estado de aturdimiento crítico generalizado en el público del momento, esta carátula no va a servirle a incels, machirulos y demás tropa para lucir a Sabrina como un ejemplo más de sus ansiadas tradwifes. Si debería sacrificar la ironía para no dejarles siquiera poder jugar con las migas del pastel de cara a la opinión pública. Si debería ponerse simplista en favor de una sociedad simplista.
Pero entonces… ¿cuándo vamos a empezar a pedirle a la gente que espabile? ¿Vamos a jugar siempre con la baraja que este maneje, aunque solo se componga de cuatro cartas? Desde mi punto de vista, Man’s Best Friend genera un debate útil, necesario y que culmina en comprensión a poca vuelta que se le dé. Pero claro, hay que estar dispuesto a rascar un poco más que la superficie. Y mira que el proyecto de Sabrina lo pone fácil…