Debbie Reynolds se hizo mítica con su papel en ‘Singing In The Rain’, aunque fue nominada al Oscar por ‘La Insumergible Molly Brown’, y al Emmy por su papel de madre de Grace en ‘Will & Grace’. No recibió los premios, pero se quedó en la memoria colectiva hasta que ayer, a los 84 años, fallecía por un fallo respiratorio en su habitación del hospital.
Lo hacía, además, apenas horas después del fallecimiento de su hija, Carrie Fisher, que dejaba al planeta en shock perdiendo la vida a los 60 años a causa de un paro cardiaco en un vuelo. Ha sido su hijo el primero en comunicar la noticia, afirmando que murió tras decirle que “echaba de menos a Carrie” y que ahora “estará con ella”.
2016 no da tregua y a pocos días de su final, vuelve a dejarnos el mapa de estrellas con un punto luminoso menos. Crucemos los dedos para que, ahora sí, haya sido el último en este año negro.