Mariah Carey prepara su comeback, y nada mejor para ello que, además de dejarse ver en diferentes eventos bastante más estupenda que en meses anteriores, montarse un titular contundente con el que poder dejar a su fanbase shook, al resto del mundo recordando que a partir de 2008 también siguió viva y hacerse un par de ‘Ellens’ y ‘Lorraines’, además de convertirse ahora en adalid de la enfermedad que pregona a los cuatro vientos.
Mariah Carey es bipolar, como el 76,4% de los famosos americanos, porque el resto de porcentaje tiene Lupus o es directamente adicto a diossabequésubstancias. Y eso a Mariah le venía fatal. Así que Mariah confirma que es bipolar, y hablamos todos de su bipolaridad. Y ojo, no frivolicéis sobre el tema, porque el mental health es algo súper serio y ya tiene coartada para que nadie haga mofa de ello, y pueda posar tranquila con un top de tirantes negro bastante más sobrio que su carrera desde el 98 al hablar del tema.
“Al principio pensé que era un trastorno del sueño, no podía parar de pensar en trabajar y en dejar a la gente satisfecha, estaba obsesionada con quedar bien con todo el mundo, y no descansaba.”
Pero claro, Mariah ya ha abierto la veda, y ahora puede convertirse en una de esas estrellas, como Demi Lovato, Lady Gaga, o una de las cinco Spice Girls, que tengan una enfermedad nueva por trimestre a la que dedicar su causa. Que también nos valen los traumas, porque un “fui abusada por mi profe de ética” o “me duele muchísimo la cadera, cancela todos mis proyectos” también tienen su chicha.
Así que empezamos la cuenta atrás para que Mariah nos cuente todo lo que le ha pasado en la vida, se haga un María Jose Campanario, un María Jose Galera, o un cualquier otra que nos pueda dar juego en los próximos meses. Que lo mismo nos sale en breve con que tiene un trastorno alimenticio e imaginaos el eye-rolling generalizado.
Lo bueno de haber dicho que es bipolar es que, además de que en caso de que lo sea se habrá quedado tranquila, es que con ello puede justificar varios sucesos hilarantes de su trayectoria: aquella vez que se plantó en TRL, sin estar invitada, con un carrito de helados, aquella vez que fue a la playa en tacones, o aquella en la que grabó ‘Charmbracelet’ pensando que era un buen álbum. Eso sí que era de una bipolaridad notable.