Hace unos meses, Bebe Rexha consiguió un par de titulares tras hacer una declaraciones en las que aseguraba que “si tan flop era, cómo es que podía haber comprado una casa de un millón de dólares”. Bebe Rexha pensó que no podía decirse de ella que había fracasado porque había conseguido hacer dinero de la música.
Ahora bien, ¿se ha parado a pensar la cantante cuánto dinero se ha gastado en su proyecto -ella, su equipo, su sello, quién fuere- para que ella pueda ahora tener una casa de ese nivel? ¿Por qué seguimos considerando a estrellas del tipo de Bebe Rexha, Nick Jonas o Rita Ora un flop, aunque les acompañen cifras de vértigo en los portales de streaming y el dinero les salga por las orejas?
Obviamente, existe un motivo por el que a este perfil de cantantes no les va demasiado bien la etiqueta de “éxito”, y vamos a enumerar unos cuantos motivos que hacen de ellos, efectivamente, un flop a pesar de sus ingresos:
Por la sobreexposición mediática y el push
Es posible que después de ‘Meant To Be’, la imagen de Bebe Rexha se vea más fácilmente ligada a un concepto musical, pero es que mucho antes de que el multimillonario hit de Billboard la posicionara, durante unos meses, en el A-List, ya habíamos tenido Bebe Rexha hasta en la sopa.
Es el tipo de artista que aparece en anuncios, te presenta galas de televisión y acude a todo tipo de alfombras rojas y premieres, mientras la prensa y la gente desde sus casas se pregunta por qué era realmente famosa esa chica. En el Reino Unido ocurrió lo mismo con Rita Ora: modelo de decenas de productos, invitada a miles de eventos y colaboradora de varios programas, sin que nadie supiera muy bien por qué tenía el papel que tenía.
Esa imagen, cuando no hay canciones detrás a las que poder aferrarse, genera confusión en el público, que espera que el éxito de la artista sea equivalente a todas sus apariciones, y después, al descubrir que no, se genera la sensación de fracaso. En base a lo que la hemos visto pasearse por medios, Bebe Rexha debería tener un éxito similar al de Rihanna, por ejemplo.
Porque no hay artista, sólo hay singles, y ni siquiera son populares
El otro gran problema de estas artistas es que no hay un concepto claro detrás de ellas: mientras lo que una Beyoncé, una Katy Perry o incluso una Ciara hacen es más o menos comprensible e identificable, lo que hace una Bebe Rexha da la impresión de cubrir un hueco que en cuatro meses cubrirá otra igual. No hay personalidad, no hay producto definido: se lanzan canciones R&B-pop sin ningún fondo, se posicionan en playlist, se les graba un vídeo siguiendo modas, y se pasa página.
Nadie se molesta en preguntarse qué tiene Bebe Rexha de único, porque no hay nada que la identifique. En un mercado en el que tiene que competir con productos como Ariana Grande, Billie Eilish o Cardi B, que tienen claro lo que son, lo de Bebe Rexha cae en el saco de lo poco memorable: quien escucha sus temas, podría escucharlos mañana en la voz de cualquier otra sin la mayor preocupación.
Y así llegamos al siguiente problema: 238 millones de reproducciones tiene ‘I’m A Mess’. 124 millones tiene ‘Bad Bitch’. 128 su colaboración con Rita Ora en ‘Girls’. 266 millones ‘I Got You’. Podríamos seguir: la realidad es que el público generalista no tiene la más mínima idea de qué canciones son esas. El único single que el público reconocería es su #2 ‘Meant To Be’. El resto es reflejo de la industria del like y de la payola de playlists en Spotify, estando ahora incluida en decenas de playlists con casi un millón de oyentes diarios. Sus resultados son ridículos.
La realidad es que Bebe Rexha sólo ha pasado en dos ocasiones -con sus propios temas- por el top40 americano. Su último single, que casi alcanza ya los 50 millones de escuchas, sólo ha sido #98.
Porque sus números no concuerdan con su ticketing
La prueba de fuego de este tipo de artistas con cifras de escándalo es siempre el tour, y es donde pinchan. Puede haber conseguido mucho dinero con streams gracias al posicionamiento y la exposición, pero la realidad es que Bebe Rexha ha dado unos 40 conciertos con sus dos giras, y de aquí al mes de octubre, con un single en rotación y un álbum publicado en 2018, apenas tiene 5 fechas confirmadas, que para colmo de males son en festivales.
Su gira ‘All Your Fault‘, con ‘I Got You’ en streams multimillonarios, se llevó a cabo en una veintena de eventos americanos con un aforo de entre 500 y 1.800 personas en el público. Por establecer una comparativa, en España Sweet California hace giras con mayor aforo por show. Ni nos molestamos en comparar los datos con alguien del estilo de Malú, por ejemplo, porque sería aún más ridículo. Y hablamos, insisto, de una artista con, dice Spotify, 33 millones de oyentes mensuales en la plataforma.
33 millones de oyentes, cuarenta conciertos delante de 1.000 personas.
Por eso es precisamente vista como un fracaso, porque las de una gira son las única cifras que es absolutamente imposible maquillar. Recordemos, de paso, que su último álbum, ‘Expectations’, ni siquiera ha tenido un tour que lo acompañe, aunque Bebe Rexha prometió el pasado año, en el show de Andy Cohen, que daría arranque en enero.
Cuando un artista, sea ella o sea quien fuere, se sobreexpone e infla sus cifras para poder seguir asistiendo a la gala de MTV de turno, y conseguir dinero como reclamo de unas patatas fritas, no puede esperar que sea vista como un éxito por el público pop. En España también hemos tenido casos: Abraham Mateo o Ana Mena, colados a golpe de playlist, colaborando con Becky G y Jennifer Lopez, tienen serios problemas para conseguir llenar un concierto acorde a sus números en Spotify.
Una enorme granja de likes y plays, un éxito en lo esctríctamente económico, quizás, pero un auténtico fracaso en lo musical. En diez años, se les recordará por un hit que se cuele en Kiss Fm.