Natalia Jiménez es uno de nuestros personajes de ficción favoritos. El nivel de surrealismo que alcanzan sus tramas rara vez lo consiguen otros artistas españoles -por mucho que ella esté a dos días de ir vestida con un cosplay de Speedy González– y su perfil de villana Disney de las chungas es una auténtica fantásia en el mundo del pop. O de la ranchera pop. Un día te cuenta que la han echado de un restaurante, al siguiente que están intentando robarle el nombre de la banda de la que suda desde hace veinte años.

Hagamos un resumen rápido:

  • Aparece en el mercado español una banda llamada Cinco Estaciones, compuesta por ex-miembros del grupo y una nueva muchacha, Karito Volpe, que tiene como nombre de quinta expulsada de ‘Popstars‘.
  • Natalia Jiménez se enfada y anuncia que va a demandarlos por tratar de hacerse con el nombre del grupo, del que ella es aparente dueña.

Pero nadie intenta robar el nombre. Simplemente se parece. Como dijimos en su día, lo mismo ocurre con trescientas bandas tributo que diariamente actúan en nuestro país, que pueden llevar por nombre El Muermo De Solfeo, El Manto Del Coco o Sweep Calistenia. Nadie va a denunciar semejante gilipollez. Y no, según parece, tampoco Natalia Jiménez.

Nunca llegó a demandar a Cinco Estaciones, si atendemos a lo que Karito Volpe ha comentado en sus redes para anunciar el fin del grupo, que sí vendría provocado no por la demanda, sino por el amago de la misma:

“Al principio arrancó muy bien, teníamos una idea muy clara de lo que queríamos hacer, pero todo se fue desvirtuando.

(…) Se decía en los medios que nosotros estabamos siendo fraudulentos o que estábamos intentando robar un nombre, una marca… Se decía también que nos habían demandado, de hecho hay muchísimas declaraciones de esta señora (Natalia Jiménez) diciendo que nos habían demandado y esta no es la realidad: la realidad es que nunca nos demadaron.

¿Pero qué sucede? Cuando uno hace unas declaraciones de este tipo con el poder que tiene esta señora, el poder de llegar a los medios, a las radios, a televisión, a los empresarios que contratan bandas para festivales o shows, la gente siente miedo. Porque de repente escuchan “no, esta banda está denunciada y si los contratamos nos puede caer una demanda a nosotros”. ¿Consecuencia? Nos empezaron a no contratar. De repente teníamos armados muchísima cantidad de shows y muchas de las personas que montaban esos shows se empezaron a bajar por miedo a que les cayera una demanda. Una demanda que nunca existió.

No teníamos acceso a los medios como esta persona, no nos daban derecho a réplica para explicar qué estaba pasando.”

Según parece, la no-demanda de Natalia Jiménez provocó bastante revuelo entre los empresarios a la hora de contratar al grupo y la salud emocional y física de sus componentes empezó a resentirse, amén de su economía:

“(…)De hecho había una discográfica de renombre interesada en nosotros, pero cuando todo esto empezó a pasar se fue todo al garete y no pudimos fichar con esa discográfica y empezamos a autogestionarnos. Todo se empezó a hacer mucho más difícil y todo eso empezó a hacer mella mental y físicamente

(…) Decidimos seguir adelante, cambiar el nombre para que no nos dieran más -el nombre iba a ser Volpe- y estábamos muy ilusionados con eso. Pero ya teníamos el daño económico, el daño por estrés… ya no podíamos seguir con eso por muchas ganas y mucho corazón que uno le ponga.

(…) Pablo empezó a decaer mucho, psicológicamente, y por mucho que estuviéramos ahí para él no era suficiente. Cuando uno está muy mal psicológicamente empieza a repercutir en el cuerpo, uno se empieza a sentir enfermo y ya cuesta mucho levantarlo. A mí me pasó lo mismo y decidimos cerrar todo. Con un disco terminado. Sí, es una locura, pero no se puede.”

Bien, vayamos por partes:

  • El agua moja. El fuego calienta. Natalia Jiménez es una chunga de pelotas. No lo decimos nosotros, lo dice la ciencia. Está comprobado y según un estudio de la cátedra científica de la Universidad de Wichita, el nivel de harpiísmo de Natalia Jiménez no va a ir en detrimento en los próximos años.
  • Bien es cierto que el movimiento de la banda no fue demasiado inteligente: llamarse Cinco Estaciones, pudiendo utilizar otro nombre y anunciar que son los componentes de La Quinta Estación, no fue especialmente sensato. Iba a provocar tensiones necesariamente. Y el impacto de un nombre y otro hubiera sido el mismo.
  • Dicho lo cual, estamos convencidos de que la amenaza de demanda no ayudó, pero… ¿hasta qué punto hubieran podido sostener estos chicos esta banda? Es decir, Karito habla de la asistencia de 10 medios a una rueda de prensa donde habían confirmado asistencia 45. Asegura que la demanda los espantó. Honestamente, la demanda los hubiera animado, los espantaría el desinterés.

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