Decía Carlos Del Amor en la entrevista de Chanel anoche para ‘La Matemática Del Espejo’ que le daba la impresión de que “la conocíamos poco”. Que la “reconocíamos muchos, pero la conocíamos poco”. Y no le falta razón, con lo que el formato se prestaba anoche a romper esa barrera entre personaje y persona que nos permitiera rascar un poco más en lo que es Chanel.

Pero por mucho que el intimismo y la pausa del formato pusiera a su favor, todo acabó pecando de lo mismo que peca su primer disco, ‘Agua’: terminamos escuchando a alguien que dice lo que se espera que una artista diga. Repitiendo clichés, esquivando con las armas de toda la vida las preguntas que pretendían ir algo más allá. Fue improductiva a muchos niveles y lo más llamativo es que ni siquiera fue útil para promocionar un disco que bien necesitado está de esa promoción.

Porque anoche a ‘La Matemática Del Espejo’ se le hizo bola Eurovisión. Han pasado dos años desde la actuación de Chanel y se habló muy poco del después y demasiado del antes y del durante. Se repitió la historia de siempre: el poco apoyo que sintió después de ‘Benidorm‘, el auge eurovisivo, los aplausos por su brillante performance, la vuelta a la realidad. Era una entrevista que parecía grabada antes de ‘Clavaito‘. Supimos de la existencia del disco porque aparecía en pantalla de cuando en cuando. Poco más.

Sí, por supuesto que Chanel habló del proceso de grabación -de nuevo tirando de clichés del estilo “¿cuánto es tardar mucho?”-:

“Yo siempre estaba interpretando un personaje, con mi esencia. Pero en este caso, yo tenía que dar lo mejor de mí. Y para dar lo mejor de mí, tenía que saber quién soy o qué era en ese momento. Entonces mi trabajo fue no solo estar en un estudio de grabación para crear un disco, sino para conocerme y aprender. O sea, fue muy bonito porque el proceso de este disco ha sido a la vez de creación y de investigación. Y tardo lo que tuvo que tardar para mí.”

Siendo ‘Agua‘ un refrito de tendencias empaquetado en formato LP, es curiosa como respuesta. Pero, de nuevo, ¿qué se esperaba que fuera a decir? Es la respuesta tipo perfecta. Sin sorpresas, sin capas, sin permitir ir más allá.

Durante la entrevista, Chanel cuenta que se sintió sola durante Benidorm -habla del poco apoyo entre concursantes después de su victoria, con la salvedad de Rigoberta Bandini, que le envía un mensaje en la entrevista-, cuenta que actuó enferma en Eurovisión y cuenta la importancia que le da al trabajo y lo que le ayuda a aislarse de las opiniones externas.

Solo en un momento de la entrevista hay una respuesta interesante que le hace a uno levantar la ceja. Carlos Del Amor le pregunta si lo de Eurovisión “salió como estaba planeado”. Ella, casi de forma inconsciente, responde “¿el qué?”. Cuando él insiste en “la actuación”, ella responde:

“Sí. ¿Cómo yo la tenía planeada? Sí.”

Ese énfasis después del “” inicial tiene mucha miga detrás. De hecho, todo el proyecto de Chanel tiene mucha miga detrás, pero es una miga que no se masticó anoche. Quizá necesite más tiempo para poder digerirla. Es sólo que la entrevista en ‘La Matemática Del Espejo’ fue un ejercicio de nostalgia tal, que daba la sensación de haber pasado una década de ‘SloMo‘ sin que se hablara de mucho más. Y puestos a hablar, ni siquiera pudo hablarse de lo que tendría algo más de interés. Esta fue la respuesta que Chanel dio cuando vio que Del Amor, poco insistente -también por el tono del formato- le dejaba caer la problemática de la coreografía del tema:

“¿Cuántas versiones hay de ‘SloMo’? Hay versión acústica, hay versión salsa, hay millones de coreografías. Entonces, obviamente vais a ver esta canción que tanto me representa, encima del escenario, con una Chanel de 2024.”

La entrevista de anoche, con tan poco presente, con tan poco discurso sobre el recorrido entre 2022 y 2024, con tan poco del futuro inmediato, vuelve a condenar a Chanel a ese perfil tan Anabel Conde del que se pretendía huir con un disco pensado para darle hits, y al tiempo bastante carente de ellos. Un perfil de alguien con quien seguir hablando de una noche mágica, año tras año, como si nunca hubiera llegado a despertarse de la misma a la mañana siguiente. Un momento en el tiempo ‘Clavaito‘ en el imaginario general.

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