Habíamos escuchado todo tipo de rumores sobre la reaparición de Celine Dion en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos: que cantaría con Lady Gaga, que harían una versión de ‘La Vie En Rose’, que sólo estaba allí como invitada… hasta que París se sacó la carta final de su evento, a Celine en todo su esplendor desde el centro de la Torre Eiffel.

Allí subida, interpretó en solitario ‘L’Hymne À L’Amour’ de Édith Piaf, poniendo la guinda al pastel que fue toda la ceremonia. Un pastel de esos que vendía Ikea que contenían heces, la verdad. Porque fue una de las peores ceremonias de apertura de los tiempos recientes, sin ritmo, sin apenas narrativa, y con una imagen de París -más allá del lastre del previsible mal tiempo- que dejó mucho que desear.

De modo que la aparición de Celine al término de la agónica emisión de horas, especialmente después de la eterna caminata de la antorcha hasta el pebetero -un momento que hubiera sido más emocionante de no haber contado con un viaje en barca más largo que un crucero por el Mediterráneo-, fue una bomba de aire. Y eso que, más o menos, lo esperábamos. Pero es como quien se encuentra bajo el agua y va corriendo hacia la superficie a tomar aire. Sabe que está ahí, sí, pero qué necesario es llegar a ella.

En playback, como mandaba el protocolo de todo el evento aparentemente -la actuación de Gaga se emitió directamente grabada, ella no estaba allí siquiera-, Celine puso toda la carne en el asador en su regreso a los escenarios después de años y después de explicar con pelos y señales los problemas que le genera el Síndrome de la Persona Rígida en el documental ‘I Am Celine Dion’. Igual daba que no pudiera ser en directo -en su caso por motivo aún más obvios-: la canadiense dio lo mejor de sí misma para levantar el momentum y reclamar, más aún, su status de diva.

Como una Juana De Arco moderna, salvo a Francia de la debacle total, porque en el fondo, lo último que vimos fue aquello con lo que nos quedamos inicialmente: el funcional globo aerostático guardando la llama olímpica y la actuación de Dion. Esperemos que la ceremonia de cierre, que teóricamente no será al aire libre, le dé a París la oportunidad de lucir mejor de que lo hizo anoche.

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