Teníamos nuestras dudas con ‘Zorra‘ en el escenario de Eurovisión. Porque sí, llevábamos semanas oyendo hablar, en redes sociales, de que España iba a ser disfrutona, divertida, que el puesto este año nos era indiferente… y es cierto, pero también es cierto que nos apetecía que se cumpliera todo eso con unos mínimos en el escenario. Y anoche respiramos tranquilos: la propuesta de Nebulossa, más allá de resultados matemáticos, funciona.
Funciona porque Mery, su cantante, rema absolutamente a favor de obra. Tiene la actitud, la mirada, los gestos y las caras. Va subiendo de energía verso a verso, se deja mimar por el público y sabe muy bien cómo controlar todo el escenario. Ella tira de la canción, pero no se queda sola: los dos bailarines saben perfectamente cuál es su papel. Enamorar también en cámara en los planos que no la enfoquen a ella. Se aprovecha cada milisegundo para lanzar un guiño, un gesto de ánimo, un puntito de lascivia traviesa. El subidón que provoca ‘Zorra‘ es innegable.
Hay pequeños detalles a mejorar: hay planos que cambian muy rápido en momentos que podían captar algún gesto mejor, el reveal de los bailarines tenía su aquel y ahora no se ve, el humo tapa el tiro de cámara… pero vamos, en general cosas puntuales que no empañan el buen hacer de Nebulossa en el Festival.
Saldremos octavos a pelear por el micrófono de cristal, o en nuestro caso a pelear por no quedar en el bottom five, pero sea como fuere, sabemos que daremos a Europa un buen rato que pasar con ‘Zorra‘. Si después deciden valorárnoslo ya queda en sus manos, y si no lo hacen, nos da que Nebulossa seguirá teniendo un verano tan lleno de bolos que se les va a complicar volver a su vida anterior a Benidorm.