Llevamos años y años viendo como Rosario coquetea con ritmos de la música negra en sus canciones -especialmente con el funky, para diversión absoluta de Vega hace unos años-, pero por fin ha cumplido su sueño real, que no era el de incluir un beat setentero aquí o inspirarse allá en la Motown: era ser un hombre negro hecho y derecho, como Bruno Mars, Jay-Z, Alicia Keys o Lil Wayne.
Un hombre con la piel como el tizón y la marca de la barba de varios días en la cara, un hombre, Rosario, orgulloso de posar ya como tal en sus perfiles públicos, aunque vayan a acusarlo de apropiación cultural. Y es que está bien que la artista antes hija de La Faraona y ahora hermano de Lolita haya por fin podido cambiar su género, pero lo del color de la piel está bastante más cogido con pinzas.
¿Se ha metido horas y horas de solarium para acabar así? ¿Acaso se ha pintado con betún de calzado? ¿Está su actitud rozando el racismo o es simple apropiación cultural, como cuando PETA la demandó por apropiación animal, por haber enseñado a decir ‘uy, uy, uy’ al gato?
Ojo, que pensaréis que nos estamos sacando todo esto de la manga, pero no es así, es tan simple como acudir al perfil oficial de Rosario en Spotify, y descubrir su aspecto en la carátula de su nuevo single, ‘Urban Frequencies’:
Un single que, además, la lleva a terrenos que no había investigado ahora, en la música electrónica, EDM y chill, y que sirven para que Rosario deje caer cómo sonará su nuevo yo, porque la pista vocal aún no ha sido añadida, imaginamos que para futura sorpresa de sus seguidores, que escucharán su nuevo tono vocal en unas semanas.
Como podéis ver a continuación se trata de un lanzamiento de un par de temas en los que Rosario se pasa al inglés, estrena un logo fantástico con un escudo -no sabemos si se trata o no del de la Familia Flores-, y luego anima a consumir sus anteriores lanzamientos, porque Rosario habrá hecho apropiación cultural de la música negra, pero deja entrever que algo morenita ya era.
Aquí tenéis la canción para disfrutar de la nueva era de Rosario, que está muy cambiada, pero celebramos que, por fin, tras unas cuantas décadas, haya podido pasar página y mostrarse con orgullo: