Siempre que un gran artista se va, las redes -y iTunes- se movilizan para darle una última despedida. Mensajes emocionantes, agradecimientos por toda su carrera, recordatorios de sus mejores canciones… muchos comentarios caben al despedir a un grande.
Y claro, cuando quien se va es además una de tus mayores influencias, o alguien a quien idolatras por encima de lo habitual, el mensaje que dejas por escrito puede írsete un poco de las manos. Por ejemplo, si a la comunidad LGTB se le muriera Kylie, a los de Jenesasipop C. Tangana o a nosotros La Dama -aquella muchacha que se presentó a Eurovisión con ‘Estrella Fugaz’-.
Pues es más o menos lo que ha ocurrido con Antoñita La Polemista, que dejaba el siguiente mensaje en su timeline de Twitter:
“Pura verdad”, “reina del soul”, vamos bien, a ver que viene… ¡ouch! Salvador Sobral al control del aparato, repetimos: ¡Salvador Sobral ha tomado el control de Twitter y planea estrellar el tuit! ¡Mayday! ¡Derrein! ¡Lo que sea!
“Beats para borregos”, catástrofe aérea, decenas de caracteres esparcidos por el timeline, los servicios de emergencia no dan abasto para recoger los restos de tuit. La Polemista la ha liado parta y las redes enfurecen con su discurso, porque ya estamos otra vez: ¿cuáles son los beats para borregos?
Vamos a suponer, sin demasiado miedo a equivocarnos, que Ruth se refiere a los proyectos de música latina que nos invaden hasta debajo de las mesa camilla. ¿Estamos seguros de que son beats para borregos? ¿No es una generalización excesiva? Más que nada porque cuando uno escupe al cielo…
Veamos cómo intentó Ruth arreglar la polémica tuitil:
“Interpreta las cosas”,”quería transmitir”, vamos bien… ¡un momento! ¡iceberg al frente! ¡sálvese quien pueda! ¡las bengalas, Capitán, las bengalas! ¡vamos a pique, el barco tardará poco más de dos horas en hundirse!
Y ahí, siendo la puerta flotante su posibilidad de arreglo, Antoñita La Polemista ha resultado Jack Dawson tirado en el agua esperando a ahogarse: “música de consumo rápido“. Ay, amiga. Qué arriesgado es siempre que una estrella pop utilice estos términos.
Porque nosotros, público generalista, podemos referirnos a X o Y como ‘mala música’ y demás, porque estamos fuera y consumimos lo que nos de la gana, pero cuando es un artista es que se dedica a catalogar lo que es música de primer nivel y de segundo -o de consumo rápido-, alerta de peligro.
¿Sabéis por qué? Porque digamos que a Ruth Lorenzo Becky G le parece consumo rápido. O se lo parece Anne-Marie, que ni idea, pero pongamos ese nombre como ejemplo. Pensad ahora en lo que le parece al cantante de Metallica Ruth Lorenzo.
Imaginad a un fan de Sabina escuchando ‘Spanish Guitar’. Imaginad a un señor de 56 años, fan de Paul McCartney, dándole el play a ‘Patito Feo’. A un fan de Bjork escuchando ‘Flamingos’. A un seguidor de Lil Kim de toda la vida escuchando ‘Freaks’. Consumo rápido. Rapidísimo. Pop de usar y tirar.
Y el disco de Ruth Lorenzo es estupendo. Estupendo para quien es seguidor de ritmos pop, de los toques rocky, souleros, bluessy justos y necesarios para seguir siendo rock. Para los fans de las influencias obvias que se pasan por alto. Pero la música de Antoñita La Polemista estará vista como consumo rápido para muchísimos artistas.
Probablemente, la propia Aretha, de haberla escuchado, hubiera dicho aquello de “young singer, good writer, beautiful gowns”, como mirando por encima del hombro.
Hay que tener mucho cuidado con la valoración que se hace del trabajo del resto de gente en tu misma rama laboral. Máxime cuando uno se refiere a algo artístico.