El nuevo vídeo de Drake, ‘God’s Plan’, se ha hecho bastante popular en internet en los últimos días, en gran medida por lo curioso de su premisa: el rapero anuncia al inicio del vídeo que donará el presupuesto de casi un millón de dólares -lo que resta para el millón será lo que habrá invertido en el rodaje-, en vez de gastarlo en un vídeo como tal. Y claro, la idea ha causado fervor, por su punto solidario, no tardando en convertirse en objeto de debate en diferentes foros y redes sociales.
Y sí, hay un punto solidario interesante en el clip: al fin y al cabo, Drake dona parte del dinero a bomberos, escuelas, y centros de distintas índoles que seguramente han agradecido su generosidad. Pero también existe en punto turbio, más que evidente, de hacerlo delante de las cámaras para lucimiento y promoción de un producto; en este caso, su nuevo single.
Máxime cuando la entrega de dinero -o coches, etc.- no la hace a organismos, sino a personas al azar, quedando bastante rancio el tufillo a “te doy dinero, que soy rico, y sonríe a cámara” que transmite. Y claro, todo se desarrolla entre abrazos, lágrimas, sonrisas, y momentos melodramáticos que hacen que el millón de dólares haya cumplido su función mucho mejor que con un atrezzo carísimo. Especialmente sórdido es el momento en el que se ofrece, al inicio del vídeo, a pagar por todas las compras de la gente dentro de un supermercado (?).
En el fondo, entendemos que su intención era la de acercar los casos de la gente al público, y la de ser generoso, pero estas cosas, cada vez que se hacen con una cámara delante, pierden todo atisbo de altruismo. Es lo mismo que tiende a ocurrirnos con Taylor Swift, muy dada a este tipo de detalles (no necesariamente económicos) que rápidamente aparecen en todos los medios.
