Hace casi 10 años, por 2009, un jovencísimo Alexander Rybak se hacía con la victoria de Eurovisión, y llevaba el festival a Noruega gracias a ‘Fairytale’, un corte pop-folk súper simpático que hablaba de un amor imposible del cantante, interpretado con el violín sobre el escenario. Que sí, el violín estaba roto, y había una cuerda saltando por los aires, pero no vamos ahora a fingir sorprendernos al saber que la música en Eurovisión está en playback.
Pues buen, la cuestión es que Alexander vuelve al festival como concursante, después de hacerse con la victoria en la preselección noruega gracias a ‘That’s How You Write A Song’, una canción de corte funk en la que el cantante baila, toca el violín y juega con ilustraciones sobreimpresas. Un técnica que no terminamos de ver del todo aceptable en el festival, porque una cosa es jugar con elementos presentes, y otra un “ponme aquí esto”, “ponme aquí aquello”. Llamadnos clásicos.
En cualquier caso, la elección ha levantado ampollas entre los eurofans, afirmando algunos que la canción era una de las peores presentadas, y que el peso de Rybak en el festival ha tenido más que ver con su elección que el propio tema. No hemos escuchado el resto de canciones, pero esta nos parece bastante entretenida, la verdad, aunque habrá que ver si lo suficiente para garantizarle al país un pase a la final y un buen puesto en la misma.
Quizá lo mejor sea no arriesgar dos veces después de haber salido siendo tan afortunado en la primera, pero es verdad que Rybak necesita insuflar algo de aire en su carrera discográfica: después de 2009, las cosas no le han ido tan bien en Noruega, pasando del Triple Platino de su debut a no lanzar un álbum de estudio desde hace 6 años.