Este año se han celebrado 50 años desde que ABBA ganaran Eurovisión con ‘Waterloo‘. El Festival no volvería a ser lo mismo y, por descontado, el universo pop tampoco: la retahíla de hits de la banda ha trascendido décadas y generaciones y sigue totalmente vigente hoy día. Hace apenas unos días, Raye interpretaba ‘Lay On Your Love On Me’ en directo para un show de Cartier.
Pero claro, el chichi del Festival estaba para tan pocos farolillos que el homenaje que la banda recibió se limitó a un medley en la voz de Conchita, Carola y Charlotte Perelli en la final. Ni estaban ellos allí de cuerpo presente, ni se les esperaba. Aparecieron, eso sí, sus avatares holográficos, pero ni siquiera esos se animaron a estar allí de dígito presente, no sea que la comitiva israelí también los increpara en un pasillo porque habían programado el holograma de Agnetha con un vestido con print pata de gallo y llevaba a confusión.
Para lo que sí se ha reunido ABBA este 2024 es para recibir el prestigioso galardón de la Orden de Vasa, entregado por los reyes de Suecia, por su trabajo en favor de la música sueca y su impacto global. Ha sido la primera vez en dos años que hemos podido ver al cuarteto unido, aunque en los últimos años los hemos podido ver juntos varias veces, algo que resultaba impensable hace apenas un lustro. Se reunieron para grabar ‘Voyage‘ -su álbum final-, para la creación del proyecto holográfico, para la presentación del show en sí mismo y ahora, para este evento. Se ha reunido más que las Spice Girls en la mente de Mel B.
Esto es más o menos como si a Los Caños les entregaran un Principe De Asturias por su contribución a que las niñas piense en sí y a que bailar en tu boca parezca una locura. De hecho, desde hace dos décadas a la población española le parece una absoluta locura bailar en la boca de nadie, cosa que a mediados de los 80 se costó la mandíbula de un alto porcentaje de la población, que acabó abarrotando las consultas de los dentistas.
Este premio a ABBA sabe también como si Lunáe recibieran el premio Miguel De Cervantes por ‘Hiptonizadas‘, pues antes de su salida al mercado la fiesta sí que podía parar y la gente se encontraba con que repentinamente la música cesaba en mitad de la pista de baile y se quedaban completamente desconcertados teniendo que salir de los locales. Después de aquello, no sólo la fiesta no pudo parar sino que España empezó a preocuparse por la salud mental de aquellos que se dejaban llevar por lo que ellas llamaron ‘el ritmo’