Durante las próximas semanas, nuestra intención será analizar el paso de España por Eurovisión: sus éxitos, sus fracasos, sus delirantes puestas en escena… todo bajo nuestra particular lupa. Como no queremos que la historia se alargue hasta el próximo 2029, y con la intención de hacer más secciones de carácter estúpido, hemos decidido comenzar nuestra andadura eurovisiva en 1990. ¡Esperamos que disfrutéis de este viaje de 25 años!
La canción
‘Brujería’, creo que el mayor guilty pleasure que España se ha permitido enviar jamás a Eurovisión. Vamos a tener que analizar la canción en dos partes, la que denominamos como cuadro, y la que denominamos como genialidad. Empecemos pues:
“La canción es un cuadro”: Efectivamente, ‘Brujería’ era rizar el rizo eurovisivo, posiblemente pensando que si a Ramón le fue bien con un toquecito español, porque no llevarlo a la máxima potencia con una extravagante propuesta de rock-pachanga-flamenco-whatever. Si ya costaba descifrar la letra con las nulas armonías que las tres componentes se marcaban gritándola al mismo tiempo, para colmo de males había que sufrir después un rap que en España no hubieran aceptado para sí ni Las Chuches. Pero ojo, el 24% del público que vio la gala de preselección aquel año votó por ‘Brujería’. La segunda opción, viva España, fue ‘Eres Un Enfermo’ de Las Supremas De Mostoles, 21%.
“La canción es una genialidad”: Vamos a ver, a qué otro país se le hubiera ocurrido llevar a Aguasantas, la gitana de los Supersingles y Raquel Bollo, y ponerlas ahí a cantar flamenco-rock sampleando a Magia Borrás. La letra, además, es tan fascinante que ni su machismo la consigue empequeñecer: “No hay antidoto ni unguento, ni remedio de otro tiempo que me saque la obsesión de la cabeza. Ni la fantástica lechuza, ni las alas de una musa, estofadas con melones y cerezas”. En un país acostumbrado a la intensidad de Álex Ubago, ‘Brujería’ suponía una bomba nuclear de brisa marina. Lo que aún no entendemos es cómo no nos pasamos el verano escuchándola en cada chiringuito.
La puesta en escena
La puesta en escena era un coma etílico para cualquier europeo poco acostumbrado a la mente española en lo que a Eurovisión se refiere. De esto que pones a un guiri delante de la pantalla, y tres minutos después de arrancar la actuación, está en estado vegetal, que ni come, ni respira. Puesto por el ayuntamiento. Y es que Son De Sol se entregaron por completo al mayor y más fascinante de los absurdos: para empezar, los bailarines.
Los bailarines eran dos tipos vestidos como si fueran a pegar un navajazo a cualquiera de las integrantes del grupo en algún momento de la actuación. Y el único motivo por el que no lo hicieron es porque sabían que no llevaban las cartera encima. ¿Cómo? Pues para continuar, por las faldas. Las faldas bicolor, con ese movimiento flamenco, ese rollo gitana Esmeralda meets Isabel Pantoja, ese necesitar ponerse unas gafas de sol porque nadie ha mirado bien los Pantones… sin duda suponen lo más icónico de la performance de las Sol De Sol, con permiso de… el rap.
El rap es el tercer y último elemento a tener en cuenta de la actuación. Un señor, evidentemente el cabecilla de los carteristas bailarines, se pone a berrear como si hiciera media hora que sus cuerdas bocales se hubieran roto, mientras las chicas de Son De Sol montan un aquelarre frente a él. Para qué, si el demonio ya se había aparecido hacía un rato por allí. El muchacho aparece, grita unas cuantas palabras, y vuelve al fondo del escenario mientras Europa entera contempla atónita el desfile de WTFs de la actuación de España.
El resultado
28 puntos dejaron a España en una 21ª posición aquel año, con apenas 4 países con un peor resultado. ¿Quién lo iba a imaginar, eh? Aunque lo cierto es que con Son De Sol había dos opciones: o Europa quedaba fascinada con el esperpento, o le espantaba. Finalmente, la mayor posibilidad pesó ante la menor y sólo conseguimos que cuatro países nos votaran: los 12 puntos de Andorra, 4 de Suiza y Francia y los 8 de Portugal. Para que luego nos quejemos de vecinismos.
La ganadora de aquel año fue Grecia (230 puntos), con una Helena Paparizou que traía aires mediterráneos en ‘My Number One’. Es una de las favoritas de los eurofans más pachangueros hasta hoy día, pero lo cierto es que Helena ganó con un dudoso récord: el de promedio de puntos por país más bajo de la historia, un récord que mantuvo hasta 6 años más tarde. A pesar de todo, Grecia obtuvo los 12 de Bélgica, Bulgaria, Hungría, Reino Unido, Turquía, Albania, Chipre, Serbia, Suecia y Alemania, aunque obtuvo menos de 5 puntos por parte de 20 países.
¿Qué fue de ellas?
Son De Sol venían de haber lanzado ya un par de álbumes antes de ir a Eurovisión, con una repercusión local que las llevaba a actuaciones por Andalucía y de gira como cantaoras y bailaoras por distintos lugares del mundo. En 2005 se pone a la venta ‘Brujería’, el álbum que incluía el single eurovisivo, y aunque en su página de wikipedia y en la de fans en redes sociales se insista en las “50.000” o incluso “80.000” copias vendidas del álbum, lo cierto es que las hermanas Soria sólo consiguieron colar el disco en la lista oficial durante una semana, en el #96. Con lo que difícilmente venderían más de 2.000 copias del álbum en total.
Su último disco, ‘Directo A Ti’ se puso a la venta en 2008, y desde entonces, las muchachas se han centrado de nuevo en espectáculos más flamencos, y en su escuela de baile en Écija. A continuación os dejamos una de sus últimas apariciones públicas, cantando con Miguel Poveda en el Festival Starlite de 2014.
https://youtu.be/Zhu9tosItnY