Qué demonios pasa en los últimos años por la cabeza de Alicia Keys es todo un misterio: la artista no termina de clickear con su sonido, ha perdido el apoyo de la mayor parte de su base de fans, y aunque la crítica todavía la tiene en estima, lo cierto es que sus últimos trabajos no han sido precisamente éxito memorables en ningún sentido.
Y ahora, lo último que ha hecho ha sido terminar una conversión en Lucrecia cambiándose el pelo, una vez más, de una forma imposible. Si en ‘Here’ lo suyo era llevarlo afro porque “vivan los cuerpos y looks naturales”, Alicia ha cogido ahora y se lo ha teñido de naranja para llevarlo trenzado.
Y bueno, que no queremos decir con esto que vaya ahora Alicia a darse a coger un par de maracas, repartir besitos de chocolate y lanzar álbumes con clásicos cubanos versionados en Dios sabe qué estilo, pero mujer, teniendo en cuenta que siempre has estado a un paso de pasar al hip-hop, pero has mantenido la esencia R&B del principio en cada álbum, ¿para qué liarte la manda intentando ser una popstar con cambios de looks e intentos como este de ser juvenil y moderna?
¿No tenemos, a estas alturas, todos claro que Alicia Keys es un producto más bien clasicón? Y no lo decimos en el mal sentido, ojo, pero ¿es necesario que salga con una campanita diciendo “¡mirad! ¡no llevo maquillaje!” o “mirad, soy Lucrecia”? Y vamos más allá: ¿Le sirve de álgo, o le serviría de más ponerse las pilas y marcarse otro disco como aquel segundo, más R&B, o aquel tercero, más old-school?