La quinta temporada de Drag Race España ha llegado a su final con la coronación de Satín Greco en una final deslucidísima en comparación a la del pasado año, sin directo en un teatro y sin la aparición de la anterior ganadora para entregar la corona. ¿El motivo? El desfase entre grabaciones y emisión: cuando Satín grabó la victoria de su corona, Atresplayer aún no había confirmado a Le Cocó como ganadora de la temporada anterior, con lo que no pudo aparecer en la grabación, porque solo se sabía finalista del programa.


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La gala final

Tras una temporada de villanas, epic fails en términos de humor, grandes momentos de moda y de creatividad y mucho orgullo por el travestismo patrio, la final del programa ha sido… descafeinada, como poco. El main challenge final era la grabación de ByPass, un tema inédito en el que las chicas debían crear la letra de su estrofa y grabar un vídeo profesional que se estrenó durante la gala.

Pero claro, no vimos en ningún momento cómo componían la letra del single, ni nos invitaron al making off de un videoclip que, al aparecer sin ningún contexto en pantalla, supo a poquísimo, a pesar de ser una bomba drag entretenidísima. En vez de centrarse en el desarrollo del último reto, la gala tiró por derroteros emocionales que ya estaban exprimidos en exceso en la quinta tanda de capítulos.

Puso a la reinas a valorarse positivamente frente al espejo, realizó una charleta de pijamas que nos abre las puertas a las drags en un tono más de semifinal que de final, y cuando llegó el momento del lipsync final, Déjala Correr, de Rocío Jurado, habíamos olvidado por completo el contenido del resto de la emisión. Un empañagafas facilón al que le faltó ritmo y fondo.

Satin Greco: las claves de la ganadora

Otro de los problemas de Drag Race España, que bien es cierto que a nivel desarrollo y carisma sigue siendo de las mejores franquicias del programa, es que a sus ganadoras se las huele desde la primera de las galas. Solo Le Cocó mantuvo la intriga por su victoria con unas compañeras que iban ganando emisión tras emisión y llegaron a la final bastante ajustadas en popularidad.

Pero, ¿alguien pensó que Satín no tenía esto ganado desde la primera semana? El jurado se la ha comido con patatas desde su entrada al taller y su primera prueba, la del talent show. Era aparecer en escena Satín Greco y les brillaban los ojos de forma diferente. Excesivamente obvio a nivel televisivo, pero seamos también honestos: igualmente merecido, porque Satín ha derrochado poderío drag durante toda la quinta temporada.

  • Un drag nuestro… muy nuestro: Satín Greco simboliza muy bien lo que ha sido el travestismo en España durante décadas, a pesar de que en su faldón del programa asegura, con bastante poca vergüenza, tener 39 años. Cotizados, imagino, aunque muy bien cotizados. Satín maneja muy bien el tono español en humor, en espectáculo, se acerca a la sensibilidad del público, lo entiende, lo abraza y da todo de sí aunque no lo tenga delante, sino al otro lado de la pantalla. Un espíritu muy de nuestros locales de drags, muy del tú a tú que tan bien se valora en nuestro país y que, a su vez, tanto nos distancia de la frialdad de pantalla LED y filtros de Instagram de muchas otras ediciones.
  • El peso de las tablas: Satín estaba ya en activo cuando el resto de reinas estaban poniéndole brillantina a su Dodot. Y no solo trabajando, sino cerebrando su personaje. Diseñándose. Puliéndose. Hasta el punto de llegar al programa con las suficientes herramientas como para salir del paso de cualquier reto. Ha habido pruebas en las que objetivamente no ha sido la mejor, pero sí ha sido la mejor pareciéndolo. Colándonosla. Sacando de donde pudiera para no hacer nada mal. Y en términos de humor, en un año en el que las reinas han sido más simpáticas que graciosas, sus tablas han sido de agradecer: ha sabido sacar el chiste y la gracieta hasta de los momentos más enredados de la temporada.
  • Un pie en el pasado, uno en el futuro: Lo fascinante de Satín es que su gusto por el pasado no la deja encerrada en él. En sus pasarelas la hemos visto conociendo sus referentes, pero llevándolos también a un drag actual, que sabe del gusto del público que consume el programa y no solo el show de local de turno. Ha sabido jugar sus cartas con un ojo en la tradición —que tan bien maneja— y otro en el glamour predecible de las pasarelas de Drag Race. Y ha salido muy bien parada de la combinación.

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