Bueno, pues en un giro argumental bastante importante, el jurado popular ha decidido liberar a Puff Daddy de cada causa penal que tenía pendiente. Así, se le ha declarado inocente de los cargos de crimen organizado o tráfico sexual, y del de crimen organizado. Se le condena, eso sí, por transporte para la prostitución, que es algo que podría conllevarle una pena de hasta 20 años, pero que también podría dejarlo en la calle bajo fianza, según termine dictaminando el juez. En unas horas saldremos de dudas.
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Diddy —voy a usar diferentes nombres en el mismo post, sí, qué culpa tendré yo de que sea el Tamara-Yurena-Ámbar de los americanos— se ha librado de una buena y la noticia, imagino, animará también a las acciones de Johnson & Johnson, porque no había Dios que tuviera más botellitas de su aceite para bebés en casa que él. Ya puede volver a recopilar botellas para, imagino de nuevo, hacer guisos y sacar brillo al tobogán de la piscina.
Eso sí, no todo son alegrías para el rapero cuya carrera lleva más de viaje que el Juan Sebastián Elcano: aún le quedan más de 79 casos civiles por afrontar, ahora sí, incluyendo casos de abusos sexuales, explotación, agresiones… vamos, que esto no va a ser un camino de rosas ni va a esperar él con la carita empapada en ningún lugar. Y si espera, desde luego, esperemos que sea detrás de unos barrotes.
Como no es cuestión de darle alas a semejante payaso, condenado o no por las causas federales que le afectaban, quedémonos con un fantástico consejo vintage de la mano de Shania Twain: “Don’t Be Stupid“. Lo que va entre paréntesis podemos ahorrárnoslo.