258 puntos de jurado y un algo más ajustado 170 de televoto para Wasted Love, la propuesta austriaca que anoche se llevó la final de Eurovisión repitiendo, en cierto modo, la propuesta de Nemo que resultó victoriosa en 2024. Pop lírico con un giro argumental hacia el final y una escenografía fácilmente recordable. En el caso de JJ, Wasted Love no solo era la única propuesta en blanco y negro de la gala final, sino también una de las que mejor narraba la historia a través de un naufragio teatralizado rozando el número de teatro musical.


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Austria convenció haciendo un buen uso de las pantallas, los tiros de cámara y unos pocos pero muy significativos elementos en el escenario, con los que iba interactuando y cambiaban al ritmo de la propia canción. Una escenografía a cargo del español Sergio Jaén, quien ya atinó con Irlanda el pasado año, dejando su propuesta gótico-terrorífica en una muy notable sexta posición.

La de Wasted Love es así la tercera victoria que se suma en el marcador de Austria: el país ya ganó Eurovisión en 2014 con Rise Like A Phoenix de Conchita Wurst y también en 1966 con Mercie, Chérie de Udo Jürgens.

El total de puntos deja a Wasted Love a 80 del segundo clasificado de la noche, Espresso Macchiato de Tommy Cash por Estonia, que triunfo con su punto de surrealismo, y a 115 del fiasco sueco de KAJ con Bara Bada Bastu, que partían como favoritos disparados en las casas de apuestas pero tuvieron que conformarse con la tercera plaza. Relativo pinchazo también para la francesa Louane, a la que se le veían opciones de victoria pero terminó sexta con Maman.

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