No es un funky.
Lo siento Nina, pero poco funky en el comeback de Lizzo, a Dios gracias, porque yo no podía soportar ni un segundo más del perfil About Damn Time de la artista. Ya me resultaba como si me estuviera metiendo una zapatilla con purpurina en la boca y me obligara a tragarme la suela mientras mis vías respiratorias estaban atascadas con el derroche glitter. Ya era más que suficiente.
Por lo que, desde aqui, celebro que el comeback de Lizzo vaya por otros derroteros. Manteniendo su amor por la nostalgia, claramente, pero dejándose influenciar por los 80 en su vertiente más pop-rock, con una poca de Prince, una poca de Cher, e incluso un poco del sonido alternativo de los primeros dosmiles, si me apuráis. Mezclados con el pop, no os creáis que ha vuelto ahora Lizzo sonando a Richard Ashcroft. Si habéis entendido esto, id a cobrar la pensión a primeros de mes, que luego hay colas en el banco.
Lizzo ha regresado con un bop que sorprende en su estribillo, que aboga por olvidar un poco dimes y diretes y pisar césped en la vida real. Para el clip, además, ha aprovechado también el momento de nostálgia sonora para aplicarla al imaginario y crear una cosa tan ochentas que da vibras del Michael Jackson que tiraba la casa por la ventana y aún no los bebés.
Después de que la cantante haya pasado por una frustrada operación de cancelación por parte de sus bailarinas –en un caso que hizo aguas al poco de arrancar– y se haya pasado estos meses mostrando su cambio físico a través de redes sociales, cambiando hábitos y dándole más importancia al ejercicio, Lizzo ha regresado fresca como una lechuga y dispuesta a recuperar terreno de cara a su tercer álbum. Veremos si el cambio musical también le sienta así de bien a largo plazo. Por ahora, convence.
Será tu rollo si: te encanta el rock, te encanta Ruth Lorenzo; tienes la intuición de que Bunbury escucha a Jamelia cuando está solo en casa; te gusta morder regaliz de palo.
