Este año he decidido echar un ojo con mayor detenimiento a las 36 canciones que se presentan a Eurovisión. De una en una, ire desgranando las candidaturas a la victoria en Basilea, Suiza. Eurovisión se celebrará el próximo mes de mayo, entre los días 13 y 17, celebrándose la final en este último, donde España peleará por su enésimo bottom con Esa Diva de Melody.
El país en el que me detengo hoy es Irlanda.
La canción
Eurovisión en un habitat por sí mismo. Funciona con sus propias reglas y o las entiendes y participas con ellas o te quedas completamente fuera. De modo que, para una persona que no está dentro del Festival, escuchar a una señora diciendo que le ha dedicado la canción a Laika, la perra que asesinaron al ser lanzada al espacio como astronauta, pensando en que no habría muerto y estaría teniendo una fiesta en el espacio luce… pastillita de litio. Luce señora que lleva muchos fulares y posiblemente fume una pipa en casa rodeada de cojines. Luce López Ibor.
Y sin embargo, dentro del mundo eurovisivo es como: ah, un nuevo día en la oficina. Solo que normalmente los artistas que presentan este tipo de cortes tienden a hacerlo con mayor ironía que Emmy, que parece convencidísima de lo normal de su propuesta. Una canción que, mensaje a un lado, es uno de esos momentos en los que Ellie Goulding busca un hit desesperadamente, como cuando a principios de los domiles alguna estrella colaboraba con canciones salidas de Ministry Of Sound.
Laika Party es pegadiza, absurda y divertida, rozando casi el punto de canción de Aqua, pero necesita que su intérprete crea que es así, no filosófica y profunda.
El vídeo / la actuación
Dentro de que Emmy canta tan en cursiva que su nombre podría haber sido Lucida Handwriting, la verdad es que su directo es bastante poco discutible. Suena casi a versión de estudio. Se maneja bien al marcar la coreografía y seguir cantando y tiene entre manos un número de europop que podría tener una salida eficaz en Eurovisión.
La clave es no parecer la acelga que parece cuando la enfoca la cámara. Emmy, esto es una canción sobre una perra bailando entre las estrellas, con metáforas caninas continuas y diciendo auténticas chorradas: hay que pasárselo bien. Los visuales, tan absurdos y bubblegum pop como el mensaje, ayudan y la estética astronautil de los outfits también.
Si Irlanda confía su puesta en escena a un equipo similar al del año pasado, podría acabar marcándose un número chicloso y machacón en el buen sentido.
¿Qué opciones se le ven?
Como ganadora, no demasiadas (está 15ª en apuestas con un 2% de posibilidades), pero creo que dependerá del tono marcado en la performance que esto llegue a la final. De eso y del absurdo del resto, porque si compite con otra canción de corte ridículo del estilo, podría desviársele el previsible voto ebrio y el de la gente que ve Eurovisión para ver quién toca el techo más surrealista.
Confiemos en que Emmy entienda que lo suyo tiene un tono más B*Witched y menos Ronan Keating, especialmente en lo que a expresión facial se refiere. La actitud podría marcar la diferencia.