¿Qué les pasa ahora a todas con las cintas de caminar? Todas encima de una cinta de caminar pero vestidas como para alfombra roja de los premios Ídolo. Que parece un permanente homenaje a un día cualquiera de gimnasio de Mariah Carey. Bueno, un día cualquiera no, el día de gimnasio anual de Mariah Carey si acaso. No imagino a Mariah permitiéndose sudar más de una hora al año, francamente.
Así, subida en la cinta, igual que Zahara en la era Lento Ternura, igual que Carla Frigo cuando le ripeó a la de ‘Tus Michis’ hasta la tipografía en un anuncio de merchandise, Chica Sobresalto publica su nuevo single, que habla de aferrarse a los pequeños detalles de la vida porque todos vamos a acabar yéndonos de viaje. Y oye, mejor estar observando como una gaviota se acerca a beber agua de un charco que una sesión de vocal coach de Beret. Habrá que poner el foco en los detalles bonitos. Como en este corte drum’n’bass que en melodías en muy marca de la casa, entre lo delicado y el mood de estar perpetuamente hasta el higo de la vida.
Un estar hasta el higo que no es solo cosa de Chica Sobresalto, porque en los últimos días ha estallado a su alrededor una polémica con sus bailarinas del Benidorm Fest que la salplica de pleno. Las artistas que la acompañaron durante la primera semifinal, en la que no consiguió clasificar Mala Feminista porque le montó un staging que ocupaba demasiado escenario y en tele funcionaba regular, han acusado a la cantante y su equipo de mala praxis durante el evento.
En un comunicado en redes sociales, que pretende denunciar la precariedad con la que los bailarines están acostumbrados a lidiar habitualmente -y que curiosamente se denunció en la final de Benidorm, a través de un speech de Inés Hernand-, las bailarinas de Chica Sobresalto denuncian que se incumplieron contratos, se las ninguneó durante días y se las cambió por la banda cuando Mala Feminista no se clasificó.
En resumen, esto es lo que cuentan:
“Desde el principio, por parte del equipo de la artista no había mucha claridad en cuanto a altas, contratos y pagos, ni una comunicación fluida. (…) Las condiciones acordadas son: un sueldo base, disponibilidad completa con permanencia en la localización durante las dos semanas que dura el concurso (independientemente de nuestro pase a la final), alojamiento individual y dietas cubiertas por la organización, exclusivamente para lxs artistas.
(…) (Tras no clasificarse) La artista nos comunica que, por deseo propio, ha decidido que serán los miembros de su banda quienes pasarán a ocupar nuestras respectivas habitaciones de hotel y consumirán nuestras dietas, con el argumento de que tienen que trabajar en su próximo concierto, ajeno totalmente a nosotras y al evento en sí.
(…) Al día siguiente, redactamos un e-mail formal poniendo por escrito todo lo sucedido, cómo nos sentíamos al respecto y pidiendo todo lo que nos corresponde económicamente (incluyendo las dietas no disfrutadas). También preguntamos de forma privada vía WhatsApp por nuestras altas en la Seguridad Social, ya que no habíamos recibido ninguna notificación al respecto. No recibimos absolutamente ninguna respuesta hasta cinco días después. Cinco días en los que no sabíamos cuándo íbamos a cobrar, cuánto ni cómo. (…) Tras un post de Instagram de una de las chicas en el que se explica ambiguamente lo sucedido, llegan las disculpas por parte de alguno de ellos y cobramos sin objeción todo lo que solicitamos. También intentan subsanar otros fallos importantes, como el hecho de no estar dadas de alta en la Seguridad Social.”
Claro, cabe pensar en qué sentido tendría la permanencia de las bailarinas en el evento si el grupo no se ha clasificado para la final. Lo que ocurre es que, tal y como indica el comunicado, se las contrata por un periodo de tiempo independiente de su clasificación. Es comprensible que la banda quiera aprovechar la estancia para ir ensayando o preparando cosas, pero es igualmente cierto que no debería ser a costa de un grupo de baile como si fueran ellas piezas de Stick-Stack que quitas cuando ya te has aburrido. Son participantes de Benidorm de la misma forma que lo es Maialen.
Una vez más, y no es la primera que escuchamos de participantes del Benidorm en distintos años, no se puede contratar pero no contratar a bailarines. La situación de sus empleos debería ser regular desde el inicio. Cosas como su alta en la Seguridad Social no pueden ser causadas por un e-mail formal días después del trabajo realizado. Tienen que estar ahí de origen. Igual que unas disculpas no pueden llegar porque se vaya a montar la marimorena en redes después de un post en Instagram.
Evidentemente, todos podemos errar y todos tenemos derecho a subsanara errores. Bien es cierto que, de nuevo, es llamativo el silencio de Chica Sobresalto cuando el post de María Pizarro acumula ya miles de likes en su Instagram, cientos de menciones en Twitter y es tan sencillo de tratar con un story explicando y asumiendo el error que, como digo, es algo que puede ocurrir cuando se está en mitad de un jaleo como el Benidorm Fest.
Ahora bien, insisto en que las propuestas que se envían al Festival, no solo en el caso de Chica Sobresalto, no pueden estar realizadas a golpe de irregularidad porque a los artistas les cueste un ojo de la cara montar algo que ellos consideren televisivamente aceptable. Quizá es hora de que Televisión Española -especialmente visto que está emperrada en llenar el Festival de números pop de baile de artistas pre-emergentes- ponga también su granito de arena para cada número.