Otro año más, los participantes de los talleres de macramé del país, así como toda persona cuya vida laboral no ocupe más de tres líneas han podido disfrutar del Festival de Eurovisión Juan Y Medio, ese donde una veintena de niños fingen tener 44 años durantes tres minutos. Y después de eso, tratan de convencer a un puñado de prejubilados y homosexuales con daddy issues de que entren a una web a votar por ellos.

RTVE había decidido enviar a Chloe Delarosa, hija de un señor que debería ser investigado por explotación infantil y, a su vez, una niña que creía ser Carmen Sevilla. Durante la época del ‘Telecupón‘. A Dios gracias, acudió al Festival con un rip-off del ‘Shake It Off’ de Una Afamada Cantante™, dándole al asunto un tinte bastante más infantil y entretenido del esperado. De hecho, el tinte más infantil que hemos podido ver en el escenario durante la gala.

España ha cerrado el marcador con 144 puntos, 80 ellos del jurado, que dejaba a Chloe Delarosa claramente decepcionada, consolada por María Eizaguirre en el sofacito de la green room. El público finalmente la elevaba hasta la sexta posición, en un marcador que ha dominado el viejoven de Georgia desde el reparto de doces.

Igual que en el Eurovisión de adultos ocurrió con Suiza, el jurado profesional ha decidido sentenciar el resultado del festival repartiendo una barbaridad de doces al Andria Putkaradze, con una canción intensísima dedicada a su madre, que es matemáticamente imposible que pueda interesar a niño alguno en todo el continente europeo.

España iguala así su segundo peor registro en Eurovision Juan Y Medio hasta la fecha -lo cual dice también bastante de las candidaturas del país hasta hoy-, solo superado por el pinchazo de Levi Díaz y ‘Reír‘ en 2021, cuando quedamos en 15ª posición.

La gala de este año, emitada desde La Caja Mágica de Madrid y realizada por RTVE, ha sido un éxito para la cadena a nivel cualitativo a pesar de la elección de cosas discutibles: el marcador por puntos (todos los unos, todos los doses…) ha funcionado regular y el uso de la inteligencia artificial en las postales de los niños ha sido tétrico y absurdo: podrían haber grabado las tomas con los propios concursantes.

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