Pobre Shakira. Sus doce años de vida en Barcelona no fueron únicamente un suplicio por tener que fingir que tenía algún interés en el fútbol para finalmente descubrir que su tarro de mermelada se lo estaba comiendo otra, sino que es que además no pudo desarrollarse como cantante porque es que ¡en Barcelona no puede hacerse nada!

Barcelona es un sopor. Barcelona a lo sumo te sirve para visitar la Sagrada Familia, pero claro, en tres días te quedas ya sin miembros de la familia a los que conocer y volver a revisar la obra de Gaudí se hace redundante. Tantas nietas no podía tener ese señor, no era Verdeliss. Entonces claro, existen dos opciones: o se pone una a trabajar como cualquier artista o defrauda a Hacienda. Y sinceramente, considerando el secarral creativo que es Barcelona, normal que deba millones. Por simple aburrimiento nosotros nos hubiéramos puesto a quemar la banca catalana. Si es que existiera, porque porbablemente en una ciudad así aún comercian a través de conchas y especias. Y aún y con esas, Shakira se habría guardado seis sacos de comino y una bolsita de albahaca en B.

Shakira ha dejado claro el coñazo que es Barcelona en una entrevista para Billboard, en su semana latina:

“Estar en Barcelone era prácticamente estar sola. No hay una industria musical activa ahí. Cada vez que tenía una idea, tenía que esperar a que el productor estuviera en Europa y le apeteciera venir a Barcelona. Todo era muy lento y muchas ideas se perdieron. Me quedé sin poder ejecutar muchos de mis planes. Creo que por eso estaba tan desmotivada. Ahora, viviendo en Miami, cerca de tantos colegas, productores, músicos y amigos, es todo muy motivante.”

Ella poseída por Ramón Sampedro. Atada a una cama escribiendo la letra de ‘Me Enamoré’ con un lápiz entre los labios. Eso explicaría muchas cosas, por otra parte. Ella soñando con que Belén Rueda apareciese por su habitación por lo menos a producirle un anuncio de Puleva. ¡Había que esperar a que el productor llegara a Barcelona! Ella tiesa, inmóvil, cementada al suelo como una vulgar farola del Passeig de Gràcia, pero al mismo tiempo sin nada de ello: ni paseo, ni gracia.

Pobre Shakira. Menos mal que después pudo irse a Miami a hacer exactamente el mismo tipo de canciones que hacía en Barcelona. Bueno, y regional mexicano, que eso se complica estando en España. Aquí lo único regional es un servicio de Alsa y evidentemente no pudo haberlo cogido estando en cama doce años.

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