No había visto tanto caballo disco desde que Pablo López acudió a la Studio 54 una noche. Beyoncé ha presentado la carátula de su nuevo álbum, ‘Renaissance – Act I’, montada a lomos de una escultura de cristal de corte hípico. Podéis llamarla la Cayetano Martínez de Irujo americana, sólo que con talento, soltura dialéctica y la costumbre de hablar con la gente sin poner gesto de llama a punto de escupir. Vamos, que lo mismo podéis llamarla Cayetano Martínez que Ana María Aldón. Pero ese ya está cogido para Demi Lovato, haced el favor de repartir un poco.
Volvamos al caballo, como bien dijo Pol Granch en la última gala de los Premios 40 mientras se paseaba de mesa en mesa: Beyoncé aparece desnuda sobre la figura equina, o bueno, llevando encima una serie de cristales a los que ella llamará ropa, pero el resto de seres humanos llamaríamos ‘la cadenita donde colgar lo de Tous’. Sin rastro de osos en la carátula de ‘Renaissance‘, eso sí. Que es un disco, no una película de Pepón Nieto.
Beyoncé ha presentado su trabajo con ‘Break My Soul’, una propuesta pop-house que se desvincula del material de los anteriores trabajos y, desde luego, si atendemos a los aesthetics que nos brinda en esta portada, podríamos imaginar un 29 de julio llenito de bangers chic. Un poco Donna Summer, un poco Kelly Rowland when she used to be popular.
Coged vuestras mejores espuelas -¿se dice así?-, sacad lustre a vuestras monturas y a vuestras plataformas con peces dentro, y preparaos para el disco-nudista de Beyoncé. ¿Queríais libertad? Pues tomad dos tazas. Dos tazas repletas de aceite corporal y el reflejo del secsi en cada uno de los espejos.